EL FIN Y LOS MEDIOS


(Teo-cientifismo)

Juan Rojo Moreno

Aldous Huxley escribió un libro con el nombre de  este artículo pero lo que me ha originado la reflexión sobre este asunto no ha sido el mismo (al que le dedicaremos más adelante un tiempo) sino otro del cosmólogo Lawrence Krauss titulado “Un universo de la nada (El Origen sin Creador)”[1].

Huxley señala que «el fin no puede justificar los medios, por la sencilla y clara razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines obtenidos». Y ciertamente el fin último no lo conocemos. Si vamos a la tan manida pregunta ¿si pudieras volver al pasado y anular a una persona de forma que se evitara la guerra mundial y sus millones de fallecidos, lo harías? Entran ahí múltiples factores éticos sobre qué es eso de “anular a una persona” y si tenemos el derecho de hacerlo, pero claro, en el otro lado está el “bien del fin” que es evitar millones de muertes. Cierto que ese es un fin  limitado, pues si suponemos que por haber cambiado la historia ocurre que dentro de 50.000 años no nace una persona que salvaría a la humanidad de un cataclismo cósmico, entonces la modificación pasada ha tenido un mal fin, pues ha supuesto la destrucción de la humanidad. Evidentemente, tendríamos que saber qué es lo que le sucede a la humanidad en millones de años (si existe ésta) para poder estar más seguro del fin correcto de la decisión que habíamos tomado.

Y  es aquí donde entra la obra de Lawrence Krauss ¿qué dice la física que va a ser el futuro del universo? Nuestro fin último.

Esta magnífica obra que me veo incapaz de valorar, aunque como es de esperar tiene muy buenas referencias, me ha recordado lo que ocurría en la época griega y hasta el renacimiento en muchos campos, como en medicina. Las referencias de los estudiosos del asunto (religioso, técnico, político, económico) eran las bases de la verdad de su momento. En el caso de la medicina hasta el final de la Edad Media, durante más de mil años, lo que había dicho Galeno y otros antiguos médicos sobre los humores era una verdad incuestionable. Ahora la física nos dice lo que parece incuestionable aunque hemos de tener en cuenta que se basa en conceptos sobre los que el mismo Krauss dice: «la energía del espacio vacío, de la que no entendemos prácticamente nada… ¿por qué la gravedad es mucho más débil que las otras fuerzas de la naturaleza?… con las matemáticas adecuadas… sin embargo las matemáticas aún no nos han llevado tan lejos… la última palabra la tienen los datos…».

Y la primera pregunta crucial es ¿por qué hay algo en vez de nada?

Todo el problema va a quedar reducido, ni más ni menos, a saber qué fue y qué motivó el Big- Bang. A partir de ese momento diríamos que todo es posible. La  física cuántica permite hipotetizar cómo aparecen “de la nada” partículas que chocan con otras y cómo electrones desaparecen y vuelven a aparecer. Esto nos haría pensar en una creación desde la “nada”.

Así interpreta un dibujo de Feynman nuestro autor: “un solo electrón se mueve y a continuación se crea de la nada y en otro punto espacial un par electrón-positrón (el positrón sería el equivalente al electrón con carga positiva) y después el positrón se encuentra con el primer electrón y ambos se aniquilan y al final queda un solo electrón en movimiento”.

Esas partículas, que aparecen y desaparecen en un periodo tan corto de tiempo que hace imposible medirlas, se denominan “partículas virtuales”. No se pueden medir pero existen, al entender de los físicos. Usando una ecuación determinada (de Dirac) y la existencia predicha de estas partículas se obtienen mejores predicciones. Las partículas virtuales, por tanto, existen -sentencia Krauss-: resulta que son responsables de la mayoría de nuestra masa y de todo cuanto es viable en el universo (señala el autor). Son las responsables, en definitiva, de la mayor parte de la energía en reposo del protón y del neutrón. Y por lo tanto de las personas que estamos hechas de estos elementos.

Por lo tanto podríamos deducir que nuestra realidad es virtual. Cierto, quizá es ésta una deducción algo exagerada, pero si estas partículas virtuales son las que conforman el entramado profundo de nuestro ser y aparecen y desaparecen de la nada, nos tendríamos que preguntar: ¿estamos conectados sin tener conciencia de ello, con la virtualidad de las partículas de todos los seres vivos, de la naturaleza? En definitiva es física.

Y en este sentido, con otras palabras, el físico David Bohm  habló del orden implicado y del orden explicado.[2] ¿No serán esas partículas virtuales las que nos enlazan con otras realidades más profundas que no alcanzamos a conocer pero a veces sí a sentir? Krauss no nombra en ningún momento a Bohm ni al Premio Nobel de Física  W. Pauli que trabajó con C. G Jung en relación con las relaciones acausales.[3]

Para Krauss, uno de los principales problemas (y según él, soluciones) es que algo surge de la nada. Nuestro inicio proviene de la Nada en donde surgió el Algo, y acabaremos (nuestro universo) en la Nada. Pero tengamos en cuenta que esa Nada ya está viciada por el hecho de que “algo” ha ocurrido desde el Big-Bang, aunque muchas cosas no las conozcamos. La seguridad de la “nada de nada” solo la podríamos suponer antes del Big-Bang o más allá del universo (o del Multiverso, si es que existe un más allá de éste) .

Las galaxias se encuentra reunidas en supercúmulos (nuestra galaxia está en el supercúmulo de Virgo cuyo centro está a 60 millones de años luz de nosotros) y la cantidad de la materia oscura -“algo completamente nuevo que no existe en la Tierra que no es materia estelar ni terrestre”- supera con mucho la que permiten los cálculos de la nucleosíntesis del Big Bang.

En esa materia oscura, señala Krauss, hay espacios de “nada” (sin materia conocida) y en esos espacios desconocidos las partículas virtuales aparecen de la nada, creando materia oscura. Y a partir de ahí “todas las estructuras que podemos ver, estrellas, galaxias… fueron creadas por fluctuaciones cuánticas de la nada”. De la “nada” aparece algo.

Como señalábamos, también ha de haber otra “nada de nada”. Por ejemplo, el universo se expande a gran velocidad, creando universo, pero no a consta de ocupar un espacio preexistente sino creciendo en la nada. Esa Nada que hay tras el universo en expansión no tendrá ni partículas virtuales ni nada en absoluto pues ahí no ha llegado la influencia del Big-Bang. Y esa se supone que es la Nada que había antes del Big Bang. Por lo tanto el Big Bang apareció en la Nada.

Esta discusión no soluciona nada (parece ya redundante), se hace interminable, entre los teólogos, positivistas, ciertos “neurofilósofos” por un lado y los que Krauss denomina “intelectualmente honrados”, es decir los científicos, por otro lado.[4]

Y volviendo a los medios y los fines. Nuestro universo parece ser un universo plano en constante aceleración, y ésta es aún mayor en los confines del mismo. Pero en los supercúmulo las galaxias están acercándose (dentro de 5.000 millones la Andrómeda chocará con la Vía Láctea). Tendremos, por una parte, supermetagalaxias cada vez mayores -en un millón de años todo nuestro cúmulo será una gran  supermetagalaxia- y, por otra parte, el resto del universo cada vez más separado. Cuando dentro de un par de billones de años llegue la expansión del universo a superar la velocidad de la luz, entonces, los seres que habiten en esas supermetagalaxias no sabrán nada de las otras ni del Big-Bang, ni les llegará información del Fondo de Microondas Cósmico que se originó al principio (muchos de los puntos blancos que vemos en las televisiones antiguas cuando se acababa la programación).

A tal velocidad de expansión los habitantes de estas galaxias habrán perdido su sentido histórico cósmico de origen. Y a tal velocidad para ellos el universo será estático, no en expansión, pues no les llegará información de las otras supergalaxias. Todo habrá desaparecido. ¿Crearan su propio sentido histórico de origen? Seguro que sí. Pero se habrá roto (sin que lo sepan) su conexión temporo-histórica con el Origen verdadero, el Big- Bang. Claro que esto nos lleva a preguntarnos ¿nuestro origen primero es el Big-Bang? ¿O el Big-Bang es un paso de otro origen previo que no podemos llegar a conocer nunca?

Ciertamente, con las concepción del Multiverso, según la cual existirían múltiples universos, siendo posible hasta infinitos universos (¿o sinfinitos?), pierde relevancia todas estas preguntas pues escaparía a nuestra posibilidad de entender el “sentido” que tuviera el conjunto. Señala Krauss que seguro que habría algunos sentidos físicos, aunque sean dimensiones distintas y leyes distintas a las que conocemos o podamos conocer en este universo.

Pero, aunque solo sea una polémica más sin respuesta, no todo lo soluciona el Multiverso. Si el Multiverso es sinfinito (es decir incontable pero numerable, como los granos de arena del planeta tierra) ¿tiene un sentido global el Multiverso? ¿Es concebible un esqueleto físico, una concepción física, para algo más allá del Multiverso?

Volviendo a la hipótesis del Multiverso, no solo puede ocurrir lo que dice Krauss sino que, si existe, ni siquiera sabemos si están los universos separados por “espacios” por “nada” o por dimensiones u otra cosa. No sabemos Nada sobre esas “hipótesis”, y menos aún tenemos “datos” que tanto les gustan a los físicos y cosmólogos.

Una mente verdaderamente abierta –dice Krauss- “supone obligar a nuestra imaginación a que se adecue a la realidad demostrada y no viceversa”.  De lo que puedo estar casi seguro es que -por poner un ejemplo- la expansión del homo Sapiens fuera de África supuso “imaginación” que no se adecuaba a la realidad demostrada. Imaginación y “realidad demostrada” casan a menudo mal.

Para terminar dos cuestiones:

 Primera, Fines o Medios. Evidentemente coincidimos con Huxley, lo importante son los medios, ya que los fines escapan a toda posibilidad de alcance desde el aquí y ahora.

Segunda, Dios (al menos en el concepto deísta de “sentido”) ¿existe o no existe? (existir en el sentido de la etimología ex-sistere = se manifiesta). Pues tampoco lo podemos saber dentro de las magnitudes que estamos considerando. Para Krauss la pregunta fundamental es la que se hizo Einstein: ¿Tuvo Dios alguna elección al crear el universo? (Dios como  “orden” o sentido que da orden al mismo). La respuesta es que puede que sí o que no, dependiendo que exista el Multiverso con muchas leyes y ordenes diferentes (entonces la respuesta es sí) o puede que solo una limitada combinación de todas esas leyes y dimensiones puedan ser viables para crear vida semejante a la nuestra (entonces la respuesta sería no).

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Como siempre los cosmólogos y los físicos, a mi entender, son los que mejor nos ayudan a reflexionar en filosofía, en teología y en relación con nuestro puesto en el cosmos. Son los científicos que más, desde la ciencia, nos llevan a los confines de la imaginación evolutiva antropológica: son los que han creado el verdadero teo-cientifismo. Señala Richard Dawkins en el Postfacio que hace a la obra de Krauss: “los teólogos quizá quieran especular sobre los ángeles, los físicos tienen sus propios ángeles (cuantos, quarks, el “encanto”, la “extrañeza”, el “spin”). La ciencia quizá sea más extraña y menos comprensible que ninguna teología, pero la ciencia funciona, obtiene resultados. Quizá no comprendamos la teoría cuántica pero una teoría que predice el mundo con diez decimales no puede estar equivocada. A la teología no solo le faltan decimales, le falta el más mínimo indicio de conexión con el mundo real”.

Esto último dice Dawkins, aunque le veo muy “suelto” a la hora de definir “el mundo real”. El mundo real es mucho más complejo como para poder decir que le pertenece a uno u a otro.[5]

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[1] Laurence Krauss. Un Universo de la Nada. El Origen sin Creador. Editorial Pasado y Presente, 5ª Edición, 2017. Va a ser nuestra obra de referencia pero no hacemos una valoración de la misma.

[2] Para el físico David Bohm existe un orden implicado y todo está plegado dentro de todo. “Las cosas están desplegadas (orden explicado, físico) en el sentido de que cada cosa solo está en su región particular del espacio (y del tiempo) y fuera de las regiones que  pertenecen a otras cosas. Sostiene que lo sutil es lo básico y que lo manifiesto es su resultado y que las energías de ese orden sutil e implicado son un instrumento de la intuición que es capaz de reorganizar la materia del cerebro.

[3] Para Jung  en la Sincronicidad hay un principio de conexión acausal desconocido.  El físico y Premio Nobel W. Pauli, lo tomó en serio y escribió con Jung un libro en este sentido

[4] Exactamente Krauss se está refiriendo a la creencia  en la Creación Divina y dice: “Creo que para ser intelectualmente honrados debemos elegir con conocimiento de causa y con un conocimiento surgido de los hechos, no de una revelación”.  En esta frase está haciendo una oposición entre la fe teologal y la ciencia y veo bien el contraste; pero a mi entender aplicar la “honestidad u honradez” solo a quien interpreta los hechos es demasiado cientifismo para mi gusto.

[5] Seguro que habrán inexactitudes en las referencias físicas o cosmológicas que hago, pero el libro nuestro de referencia de Lawrence Strauss ha sido solo una “obra de referencia”.  Quien esté interesado por los datos exactos y en la filosofía exacta del autor le recomiendo que lea el libro referido. El  mismo Strauss dice: “una lección que podemos extraer del posible final futuro de la vida y la inteligencia en el universo es que nuestras afirmaciones deben dar cabida a cierto grado de humildad cósmica… por difícil que sea tal cosa para un cosmólogo”. Straus explica en 4 minutos sus conceptos fundamentales en este Link

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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