LA FANTASÍA Y LA CIENCIA


Experimentación y subobjetivismo

Juan Rojo Moreno

         Es tendencia general creer que la ciencia nos ha dado coherencia a nuestras vidas y a nuestro mundo. Pero eso es limitar mucho lo que realmente es la ciencia. La definición de ciencia supone el obtener conocimientos objetivos y verificables mediante la observación y la experimentación.  La explicación de sus principios y causas y la formulación y verificación de hipótesis se caracteriza, además, por la utilización de una metodología adecuada para el objeto de estudio y la sistematización de los conocimientos.

Esto ha permitido que el mundo mágico e ideológico que rigió durante mucho tiempo en la humanidad dejara de serlo y la punta de lanza del avance actual provenga más de conocimientos y hechos que de fantasías e imaginaciones (aunque siempre ha de haber algo de fantasía e imaginación para que el conocimiento verdadero avance creativamente).

Pero claro, no todo lo que existe para el hombre es ciencia ni todo lo humano se puede medir y valorar mediante el método científico, de ahí que haya una especie de dicotomía entre una realidad “verdadera científica”  y una realidad “vivida” que no se ajusta a la ciencia y a su método.

Pero la realidad verdadera científica se asienta en algo fundamental: el experimento.

El experimento permite comprobar las hipótesis y luego con nuevos experimentos comprobar la validez de estas (replicación).

Wilhelm Dilthey consideró inadecuado usar el método científico, pensado para la física, en disciplinas que tiene que ver con el estudio del hombre y la sociedad, y propuso un modelo completamente diferente para las ‘ciencias humanas’ o ‘ciencias del espíritu’, ej., la filosofía, la psicología, la historia, la filología, la sociología, etc. Si para las ciencias naturales el objetivo último es la explicación, basada en la relación causa/efecto y en la elaboración de teorías descriptivas de los fenómenos, para las ciencias humanas se trata de la comprensión de los fenómenos humanos y sociales.

Por lo tanto tenemos dos grupos: uno que se afana en ser el “más científico” por poder aplicar el método experimental de forma más pura, en donde está la química, la biología y hace ya tiempo con gran fuerza, la física, y otro grupo científico “de las ciencias humanas” que aplican el modelo experimental puro con más dificultad. Lógicamente el primer grupo, abanderado por la física, se postula el más genuino dentro de las disciplinas. Como señala Enrique Álvarez Vázquez, Catedrático de Física Teoría  de la UAM “es bien conocido que los físicos teóricos se encuentran entre las personas más arrogantes, al menos a nivel intelectual, y dentro de los físicos teóricos existe una subespecie de gente que tienen una reputación de arrogante incluso entre los demás físicos teóricos: son los cuerdistas que trabajan en la teoría de las cuerdas”.

Los países que han aplicado el desarrollo tecnológico han conseguido mejores niveles de vida que los menos desarrollados que desean adquirir el nivel de desarrollo de los primeros. Y la ciencia es el motor del nivel tecnológico.

¿Pero qué ocurre si la ciencia no es ciencia? ¿Y si la ciencia llega a ser fantasía? O como dice  Enrique Álvarez ¿en muchos  casos es una teoría científica o un fascinante juego matemático?

Esto es lo que se plantea Richard Dawid en su libro “Teoría de las Cuerdas y el Método Científico” (2013). (aquí)

La teoría de las cuerdas (luego denominada de las Supercuerdas) (1974,1984), ha trasformado la interpretación de los principios fundamentales del universo y para los físicos teóricos ha acercado la interpretación de la Teoría del Todo. Es una teoría especulativa que aspira a conciliar la mecánica cuántica con la teoría de la gravitación de Einstein (Relatividad General). Existen entidades bidimensionales (cuerdas) que vibran en espacios de 10-11 dimensiones que dan origen a las partículas. Esta formulación (muy compleja matemáticamente) en teoría predice todos los resultados de la física fundamental estándar. Pero en el libro de Richard Dawid (que tiene experiencia en física de altas energías y en filosofía) se plantea claramente que esta formulación es el más claro ejemplo de las diversas teorías que no tienen respaldo experimental: la energía necesaria para la comprobación experimental de la mayoría de las versiones de la teoría trasciende de lejos las energías más altas de los aceleradores de partículas[1].

En 2006 ya Lee Smolin (citado por L. Alonso  en Investigación y Ciencia ) escribió que la teoría de las cuerdas había fracasado a la hora de formular predicciones que pudieran someterse a prueba empírica y que algunos se sus defensores en vez de admitir esto se afanaban en cambiar las reglas, pero ese procedimiento supondría una crisis no solo en la física sino en la ciencia entera: si sustituimos la contrastación experimental también deberemos cambiar lo que se entiende como ciencia (algo que estoy convencido que antes o después se hará necesario e imprescindible. El modelo actual de ciencia cada vez soporta menos la realidad a la que sirve, el hombre, a pesar del gran poder que aún tienen las formulaciones y avances de los “científicos”).

El modelo estándar de la física ha recibido confirmación experimental (Gran colisionador de Ginebra CERN 2012 con el Bosón de Higgs) (explicado de forma sencilla aquí)  pero  en el caso de la teoría de la gran unificación (GUT), la supersimetría (SUSY), la Supergravedad y la Teoría de las Cuerdas, entre otras, que trascienden al modelo estándar, ninguna ha recibido confirmación experimental.

Solo por poner un ejemplo hay estudios físicos que postulan la existencia del Multiverso y otros posteriores que postulan que no existe tal Multiverso. El Multiverso sigue siendo controvertido y solo hace pocos años, en 2013, se han planteado hipótesis físicas acerca de su veracidad y en contra de la misma. Como ya señalé en un artículo anterior, sobre Filosofía y Ciencia (el problema está en el “salto” que damos desde las teorías y ecuaciones físicas y matemáticas y el “para qué” en el empirismo humano. Mientras que las unidades se vuelven más universales –sobre todo en física- tanto más decisivos se revelan los saltos que hay que dar entre ellas, entre el mundo físico, el mundo de la vida y el mundo del espíritu. Cierto que estos mundos están en conexión, pero cuando se ha intentado derivar unos de otros no se consigue sin que aparezca con mayor claridad el salto. Las imágenes del mundo son siempre mundos particulares del conocimiento que se han erigido falsamente en ser absoluto del mundo. La “imagen científica” del mundo, a diferencia de la mística, ha sido ella misma en todo tiempo una nueva imagen del mundo articulada con medios científicos y dotada de pobre, pero mítico contenido.

¿Y la Fantasía?[2]

Al igual que un científico puede utilizar datos y más datos para jugar con ellos eternamente en lo que se ha llamado “la verdad y la mentira estadística”, nosotros podemos también jugar o manejar nuestros datos de la memoria que está ubicada en un tiempo y un espacio concreto. Si liberamos la imagen mnémica (de la memoria) de toda relación temporal y espacial, aparece la fantasía, algo que solo conoce, parece ser, hasta ahora, el ser humano. Si en mi fantasía me imagino un bosque, es evidente que he tenido anteriormente la experiencia del mismo pues en caso contrario no podría imaginármelo, pero el que me imagino no es uno anterior sino que puedo fantasearlo ahora en el presente y modificarlo como quiera. Por esto la fantasía es infinita. A diferencia de la memoria, con la fantasía creo un acto presente. La fantasía nos permite hacer pre-representaciones: puedo imaginarme que ocurrirá si voy a gran velocidad por una carretera estrecha o si salto de un árbol al suelo y entonces plantearme un cálculo de probabilidades de éxito o de riesgo en el acto. La finalidad de la fantasía, señala M. Rojo Sierra, es la de servirnos como pre-experiencia ante lo inédito y hacer prospecciones hacia el futuro o componer escenas que ni en el pasado ni en el futuro previsible podríamos vivir. Gracias a la fantasía nos es posible forjarnos situaciones subjetivas y construir un mundo interno perceptivo paralelo al mundo percibido exterior en donde es posible entrenarnos y experimentar escenas para tantear posibles consecuencias.

¿No nos suena esto a lo que hacen los físicos con el material matemático? Tenemos un lenguaje análogo si sustituimos “memoria” por ecuaciones matemáticas y “el mundo interno perceptivo paralelo al mundo exterior” por un “mundo físico derivado” no comprobable, en donde podemos imaginar las consecuencias (por ejemplo la teoría de las cuerdas).

Seguimos con Rojo Sierra: La fantasía tiene la capacidad de combinar imágenes mnémicas (de memoria) liberadas, mezclando en un presente las procedentes de los más distintos momentos del pasado y componiendo con ellas figuras unitarias aunque sus “trozos” pertenezcan a una multitud de figuras distintas: Kretschmer denomina a esta síntesis de imágenes percibidas en una que jamás fue vista con el nombre de Aglutinación. Por la Aglutinación la fantasía puede combinar personajes de distintas épocas y diseñar seres que nunca han existido y combinando diversas imágenes se acumulan en una nueva figura las propiedades de los elementos aglutinados dando lugar a la aparición de facultades “sobrenaturales”.

De nuevo vemos la analogía con el pensamiento científico cuando elimina la experimentación: podemos unir todas las teoría complejas matemáticas que necesitemos y de todas las ramas del saber que nos interese para dar coherencia a un nuevo “conocimiento” que nos explique el Multiverso o las 11 dimensiones que aparecieron desde al Big-Bang, aunque solo se desplegaron  cuatro dimensiones, tres espaciales y una temporal.

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La física no sujeta a experimentación, la “ciencia subobjetiva”, es decir, la que es aparentemente objetiva y demostrable pero realmente no lo es, tiene algo muy positivo como lo tiene la fantasía: moviliza a la actuación, a la acción, pues nos enseña una realidad incompleta que por el principio de Zeigarnik  intentará realizarse completamente. De ahí la fuerza vital de las imágenes de la fantasía y también de esta física subobjetiva que nos conmueve y nos hace vibrar, cosa que no lo hace la mera formulación matemática (a nivel general).

La fantasía y este tipo de ciencia nos provocan imágenes aglutinadas y sentimientos profundos que nos convencen que están basados en “la realidad científica” y por lo tanto en la “Realidad” con mayúscula. Esta fuerza fantástica de la ciencia física subobjetiva es la que nos hace a muchos de nosotros estar embelesados,  cautivados, seducidos y fascinados por los nuevos descubrimientos de este universo o pluriverso divino con o sin Dios.

Pero la fantasía y la ciencia subobjetiva también pueden ser contraproducentes. Cuando la fantasía absorbe gran cantidad de nuestras fuerzas, cuando en nuestras vidas prevalece una realización fantástica de la realidad, entonces vivimos más en la fantasía que en la realidad y en ese momento se pierde la fuerza vital para la disposición a la acción y nos quedamos más en un mundo fantástico que en el de la realidad compartida o de la otredad. Entonces se consume en la fantasía la energía de la acción. La persona entra en un estado improductivo personal de realización fantástica de su mundo o de su proyecto.

A este punto aún no ha llegado la física subobjetiva porque su poder fascinante y seductor es aún demasiado fuerte; o quizá sea el hombre quien aún es demasiado débil e inseguro, demasiado necesitado de dioses y necesitado de una ciencia física subobjetiva que le traslade a un fantástico universo o multiverso al “alcance de la mano” que le enaltezca solo por creerse ser capaz de descubrir los profundos entresijos del TODO. Con esta física subobjetiva se puede incluso descartar a placer lo divino, e inspirado por las ecuaciones matemáticas la fantasía le permite ser el Nuevo Colon ultracósmico que redescubrirá nuestro mundo. Esa es la fuerza.

Pero al igual que la fantasía cuando se transforma en una realización fantástica inhibe la acción, si nos sobresaturamos de esta física subobjetiva al final llegará el desconcierto de que todo es posible pero también imposible y entonces el hombre, por generalización, puede dejar de mirar a la Física (global) y engañado y escéptico, ahora de todo, volverá de nuevo a poner su mirada hacia dentro, hacia el hombre, a su realidad.

El gran avance de la física ha conseguido que el ser humano se conozca más y mejor a sí mismo, y si prosigue de forma subobjetiva, sin crearse una nueva física, el futuro y su esplendoroso avance conseguirá, con su fracaso final, que el hombre de nuevo vuelva a su autognosis. Las ambiciones de la física científica y de la física y ciencia subobjetiva son modelos de crisis y maduración del ser humano

Son pasos necesarios que volverán al hombre a la realidad del cosmos que no está fuera ni dentro pero que solo desde la dimensión interior podrá, cuando se creen las nuevas condiciones, abrazar al también verdadero cosmos aparente exterior.

Y para terminar: ¿es todo esto último fantasía? Desde luego que no. Si la física de la teoría de las cuerdas no lo es, la metafísica tampoco. Al final tendremos que delimitar con los nuevos avances donde está la fantasía y donde está la realidad fantástica.

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[1] Se necesitarían aceleradores capaces de alcanzar la masa de Planck (más de 16 órdenes de magnitud más potente que el acelerador LHC de Ginebra)

[2] Para este apartado sobre Fantasía me he basado en ideas guía aportadas por la obra de M. Rojo Sierra “Psicología y psicopatología de la percepción memoria y fantasía” (el bloque informativo de la persona humana). Editorial Eunibar, Barcelona, 1980. http://www.iberlibro.com/buscar-libro/titulo/psicologia-y-psicopatologia-de-la-percepcion-memoria-y-fantasia/autor/m-rojo-sierra/

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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