El tiempo y la Inflexión Axial
Juan Rojo Moreno
«Se ha dicho que la ciencia destruye la fe. En contra de esto, es para nosotros cierto que ya no hay ni veracidad ni razón, ni dignidad humana sin autentica ciencia, cuando esta es posible. Perdida la ciencia, crecen los escrúpulos, la media luz, los sentimientos oscuramente edificantes y las resoluciones fanáticas de una obstinada ceguera».
Karl Jaspers (1949)
Filosofía y ciencia tienen un cierto problema. Se tienen cierto amor y odio a la vez. Son como dos hermanos gemelos bivitelinos (los llamados mellizos, que comparten el 50% de los genes pero no el 100% como los univitelinos) que en su crecimiento tienen muchas afinidades pero quieren marcar claramente cuál es el 50% de diferencia. Así, podemos entender cómo un físico como Stephen Hawking dice ¡La filosofía ha muerto! Siendo que él es el primero que busca sin parar el conocimiento y el saber y es, posiblemente, unos de los mayores filósofos de nuestros tiempos (quizá a su pesar). Por otra parte la filosofía del hombre y para el hombre acusa a la técnica de deshumanizar a la persona pero al mismo tiempo admite que los avances científicos nos han permitido nuevas aperturas al entendimiento del significado del ser en el mundo y de la realidad que podemos plantearnos de la humanidad, una vez que esta se ha planetizado. Por esto dice K. Jaspers que la filosofía bien trabajada está vinculada sin duda a las ciencias, aunque el espíritu de la filosofía tenga un origen diferente.[1]
Porque la filosofía y la ciencia tienen un principio estructural en común: la búsqueda del conocimiento, del saber. Y eso es lo que la palabra Filosofía quiere decir: ir de camino. Y eso también es lo que hace la ciencia con su método (método es una palabra que proviene del término griego methodos “camino” o “vía” y que se refiere al medio utilizado para llegar a un fin).
En la filosofía, dice Jaspers, sus preguntas son más esenciales que sus respuestas y toda respuesta se convierte en una nueva pregunta. Y lo mismo ocurre con la ciencia, solo que en ésta los descubrimientos han sido tan asombrosos y se han realizado en tan corto espacio de tiempo que han creado la falsa esperanza y apariencia de que son más importantes los resultados que las preguntas, cuando en realidad la ciencia sigue deslumbrantemente viva porque no deja de preguntarse y de replicarse, ante los diferentes resultados que obtiene .
A veces el lenguaje que se utiliza en filosofía y en ciencia es el mismo pero con palabras diferentes y llegan a la misma conclusión.
Por ejemplo, Jaspers cuando habla del Ser dice: “el ser no puede ser ni sujeto ni objeto sino lo `circunvalante´ que se manifiesta en su separación. Lo circunvalante permanece oscuro para mi conciencia, no se convierte en objeto, pero se manifiesta en la separación del yo y el objeto. No pasa de ser un fondo, partiendo del cual se aclara sin límites en las manifestaciones, pero sin dejar de ser nunca lo circunvalante. ¿Qué significa semejante certidumbre? La idea es antinatural, medida por la actitud habitual de nuestro intelecto en relación con las cosas. Tanto más extraña porque no significa el conocimiento de un nuevo objeto que resulta comprensible. Como la idea no nos presenta ningún nuevo objeto es una idea vacía en el sentido de saber del mundo que nos es habitual, pero gracias a su forma nos abre las infinitas posibilidades de manifestación de lo existente”.
Y el físico Stephen Hawking nos dice: “los parámetros fundamentales pueden tomar muchos valores diferentes y las leyes pueden adoptar cualquier forma que conduzca a una teoría matemática autoconsistente, y toman en general valores diferentes y formas diferentes en universos diferentes”.[2]
En ambos casos y repitiendo la frase final del párrafo de Jaspers “nos abre las infinitas posibilidades de manifestación de lo existente”.
El problema está en el “salto” que damos desde las teorías y ecuaciones físicas y matemáticas y el “para qué” en el empirismo humano. Este problema Jaspers lo plantea bien cuando dice: la ciencia crítica enseña en el curso de su progreso no solo que la imagen del mundo ha caído hasta aquí hecha pedazos como falsa, sino que las unidades sistemáticas del conocimiento difieren múltiple y esencialmente por sus raíces. Mientras que las unidades se vuelven más universales -ante todo la física- tanto más decisivos se revelan los saltos que hay que dar entre ellas, entre el mundo físico, el mundo de la vida, el mundo del espíritu. Cierto que estos mundos están en conexión, pero cuando se ha intentado derivar unos de otros no se consigue sin que aparezca con mayor claridad el salto. Las imágenes del mundo son siempre mundos particulares del conocimiento que se han erigido falsamente en ser absoluto del mundo. La “imagen científica” del mundo, a diferencia de la mística, ha sido ella misma en todo tiempo una nueva imagen mítica del mundo articulada con medios científicos y dotada de pobre, pero mítico contenido.
Esto último lo decía K. Jaspers en 1949 y desde entonces la ciencia ha avanzado bastante y significativamente en sus aplicaciones, por lo que han penetrado los resultados científicos de una forma efectiva en la vida diaria de cada uno de nosotros: internet, telefonía móvil, robótica, aparato de microondas, microchips, o las vitrocerámicas en las que “el calor se produce por corrientes parásitas y por agitación magnética” y un largo etc. Hoy en día el contenido mítico de la ciencia es muy alto y en base a “descubrimientos” en un momento dado nos dicen que podemos vivir hasta los 200 años o más y en otros momentos no es así; en un momento dado nuestro universo se quedará estable tras su larga expansión y aunque se acabe el sol podremos migrar a otras galaxias e imaginarnos un tiempo interminable trasmitiendo nuestra cultura y humanidad, y en otros momentos por la expansión del universo o por el Big Crunch (Gran Colapso) no quedará nada de nada. Y Ahora aparece de nuevo el debate desde 1998 (hace nada) con la energía oscura, de la cual parece que depende el futuro del universo, aunque no sabemos realmente que es esta energía oscura .
La información divulgada recientemente (2013) basada en el trabajo realizado por la nave espacial Planck sobre la distribución del universo, obtuvo una estimación en 68,3% de energía oscura, un 26,8% de materia oscura y un 4,9% de materia ordinaria. Parece que ahora nuestro futuro va a depender más de la energía oscura (que no se sabe bien que es) que de la materia oscura que tampoco se sabe bien qué es.
Además ahora tenemos el Multiverso, término que fue acuñado no por un físico sino por el psicólogo y filósofo William James en 1895. De todas manera el Multiverso sigue siendo controvertido y desde 2013, se han planteado hipótesis físicas acerca de su veracidad y en contra de la misma (aquí). Igualmente sobre la forma que tiene el universo
Con todo esto no es una herejía que sigamos utilizando a un médico psiquiatra y filósofo como es K. Jaspers para valorar que sigue vigente hoy en día cómo “el sentido oculto del saber científico del mundo parece llegar mediante el investigar al límite donde al saber más claro se le abre el espacio del no saber”.
La filosofía y la ciencia están actualmente tan mezcladas y confusas porque posiblemente hemos iniciado una nueva inflexión axial.
En la historia de la humanidad cuando el hombre introdujo el uso ampliado de instrumentos, el uso del fuego y nacieron las lenguas no solo fue un gran avance evolutivo y técnico sino que fue un avance que permitió una creación de poblaciones, agricultura y por lo tanto una crisis con la historia pasada a la que había permanecido hasta entonces. Los avances técnicos y culturales permitieron, señala Jaspers: “la aparición entre el año 800 y 200 a.C. de un Tiempo Axial en el que el hombre se vuelve consciente de su ser en su totalidad, de sí mismo y de sus límites. Plantea cuestiones radicales, se afana ante el abismo, por emanciparse y salvarse. Percatándose conscientemente de sus límites, se fija las más altas metas. Hace la experiencia de lo incondicional en la profundidad del ser uno mismo y en la claridad de la trascendencia. Por primera vez hubo filósofos. Al tiempo axial se remonta la vida espiritual de la humanidad hasta hoy. Sin duda ha habido nuevas grandes creaciones pero provocadas por el saber de los contenidos conquistados en el tiempo axial”.
El desarrollo ulterior permitió de nuevo el avance cultural y técnico durante varios miles de años. Es como si se dieran necesariamente tres pasos:
Primero, es necesaria una estructura
Segundo, se produce el salto axial del conocimiento.
Y tercero, se desarrolla hasta el máximo la primera estructura.
Desde entonces sólo ahora parece haber una segunda inflexión axial. Nuestra edad técnico-científica, señala K. Jaspers, es como un segundo comienzo, comparable solo a las primeras invenciones de los instrumentos y el fuego, y se está originando gracias a la ciencia y la técnica una nueva historia: antes la historia era un agregado de historias locales, ahora la historia es universal.
La ciencia está creando los nuevos mitos y no sabemos cuándo ciencia y filosofía cuajaran -o si ya lo están haciendo- en un segundo tiempo axial. Cuando esto ocurra la ciencia propugnará un nuevo salto que aún hoy nos es inimaginable.
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¿Estamos actualmente en una nueva Era Axial? Quizá en los comienzos, pues la filosofía y ciencia para que resurjan como una “nueva” forma emergente no solo han de tenerse a ellas mimas sino también, los valores, ética, religión… La mutación Axial no surgirá (saltará), solo desde la filosofía o desde la ciencia, sino de todo el hombre, pues la filosofía y la ciencia son como mínimo para y por el hombre.
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[1] Karl Jaspers. La Filosofía. Edita Fondo de Cultura Económica, México 1957 (primera edición alemana 1949). Va a ser nuestra obra cifra de referencia
[2] Las referencias que hacemos a S. Hawking en este artículo son de su libro El Gran Diseño. Editorial Crítica, Barcelona, 2010
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Gracias.
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