(PRIMERA PARTE)
Juan Rojo Moreno
Antes explicábamos al hombre por la ciencia, de ahora en adelante tendremos que explicar la ciencia por el hombre, señala R.P Muñoz.[1] La dificultad está en cómo acercar la experiencia del hombre a la ciencia. La fenomenología es una rama de la filosofía que nos puede ayudar mucho a ello. Aunque creo que, en parte, el mayor problema de la fenomenología es que sigue siendo filosofía. ¿Es esto un problema? Evidentemente, para muchos no lo es y siempre han sido buenas las aportaciones desde la filosofía hacia el conocimiento del ser humano. Pero la ciencia y el cientismo evitan la filosofía. Quieren datos. Lo más interesante es que la fenomenología está adquiriendo nuevas fuerzas y entrando con mucho interés en los nuevos caminos de investigación de muchas ciencias empíricas. Shaun Gallagher y Dan Zahavi entran de lleno en este terreno[2].
Pero antes de seguir leyendo recomiendo efusivamente al lector que se plantee estas preguntas:
1- ¿Realmente me interesa el tema de la fenomenología y filosofía y su posible relación con la ciencia? En caso negativo, mejor que no siga leyendo pues seguro que le aburrirán estas páginas.
2- Si la respuesta a la pregunta anterior es que Sí me interesa este tema, entonces: ¿Tengo conocimientos, al menos básicos, sobre fenomenología?
En caso afirmativo entienda el lector que esta primera parte es básica. En este primer apartado se realiza un resumen acerca de qué es la fenomenología.
En caso negativo, (no se tienen conocimientos básicos sobre fenomenología) y estando interesado en este tema, es necesario que lea este resumen entendiéndolo bien, pues va a serle fundamental para poder comprender mejor, luego, el segundo apartado.
Realmente, siento hacer una exposición tan larga (que me obliga a publicarlo en dos partes con una diferencia temporal de aproximadamente una semana), pero sin una explicación previa sobre fenomenología habría sido un artículo muy especializado y difícil de entender para el que no esté versado en estos lares.
PRIMER APARTADO
RESUMEN SOBRE FENOMENOLOGIA Y HUSSERL
(Extraído de Rojo Sierra, 1978)[3]
La experiencia de dos guerras mundiales demostró que no han sido las ideas descarnadas ni las categorías abstractas las que combatieron y sufrieron, sino los hombres de carne y hueso (Sciaca). Y los hombres de carne y hueso le exigen a la filosofía que satisfaga las demandas de la realidad viva y actual. Por eso contra aquella filosofía muerta y abstracta se exigen nuevos caminos por los que el pensamiento deje de ser una mera elucubración del mundo para transformase en lo vivido del mundo. Esta nueva actitud se plasmó en la corriente denominada Fenomenología, término que si bien había sido usado por otros autores (Lambert, Kant y Hegel) es gracias a Husserl cuando adquiere un verdadero sistema de pensamiento.
Edmund Husserl se formó como matemático y filósofo, y en su evolución no podía aceptar la total identificación entre el sujeto que vivencia y el objeto vivenciado (como hacía el psicologismo) porque “yo” nunca soy lo que percibo, rememoro o pienso. Pero tampoco cae en el empirismo positivista para el que la verdad de lo que experimentamos no son sino los hechos tal como los captamos por nuestros sentidos, pues entiende que la verdad científica tampoco puede reducirse solo a la experiencia.
Para Husserl la realidad concreta es la que vivimos cada uno de nosotros (en esto coincide con el psicologismo) pero al mismo tiempo la realidad concreta nos muestra como experiencia original lo objetivo como algo opuesto a lo subjetivo (y en esto coincide con el empirismo). La realidad concreta es, en fin, el mundo dado, concebido como el conjunto de los datos que se nos dan en nuestra conciencia gracias a nuestra experiencia. Y para llegar al Conocimiento Filosófico, lo primero que hay que hacer es desnudar los datos que nos da la experiencia bruta de cuanto en ellos hay de accidental.
Este primer paso lo denominó Reducción Eidética, porque supone descubrir lo esencial (eidos) e inmutable que se da en la experiencia. La Reducción Eidética supone, pues, la reducción del dato complejo -tal como se da bien en la experiencia vulgar o en la positivista- a su esencia. Esencia o eidos, es para Husserl lo constituido por lo invariable que se da en la experiencia.
Pero ¿cómo se descubren las esencias? Para ello hay que cumplir con dos etapas:
Primera etapa- Descripción de lo que experimentamos con todos los innumerables datos que lo constituyen.
Segunda etapa- Suprimir todos los datos que consideramos innecesarios hasta llegar a aquellos que si se suprimen se eliminaría el objeto experimentado (por ejemplo, si vemos una pelota, podemos suprimirle el color, tamaño, consistencia, dureza etc., hasta que llegamos a unos datos absolutamente necesarios y que no se pueden eliminar y que constituyen la “esfera”). La esfera es un objeto ideal -como puede ser también un triángulo, etc.- y los objetos ideales son universales y transmisibles. De aquí la importante deducción de Husserl: el razonamiento falso es intransmisible porque está cargado de subjetividad. Por eso el pensamiento delirante de un enfermo mental no le permite comunicarse con los demás, no es transmisible.
Segundo paso: Reducción Fenomenológica
Mediante la reducción fenomenológica intenta Husserl fundamentar el conocimiento general, las bases de un saber que sea inconmovible. Lógicamente para que esto sea posible ha de apoyarse en algo que sea absolutamente indiscutible. Pero ¿cómo descubrimos esa roca segura, inatacable e irrebatible para nuestro saber?
Podríamos pensar que el mundo objetivo es real, pero sabemos que para alguien que tiene alucinaciones, para él, lo que alucina es objetivo y real. Por lo tanto la realidad del mundo es discutible. Por lo tanto lo que hay que hacer es renunciar a todo juicio (de antemano). Esta renuncia (o suspensión) de todo juicio la tomó Husserl de los antiguos escépticos y, como ellos, la denominó Epoké. Significa, pues, suspender todo juicio. Esto no es negar que exista el mundo, pues negarlo ya es un juicio; tampoco afirmarlo ni dudar, ya que la duda es una aserción tomada después de haber juzgado. La epoké es, pues, una actitud existencial en la que se prescinde de toda afirmación, negación o duda. Lo que queda tras la epoké es que puede dudarse de todo, afirmar o negar todas las cosas, menos una: que en la conciencia del ser humano se producen hechos. Que en ella tenemos referencias de lo que llamamos mundo, y estas referencias a datos las denomina fenómenos. Por lo tanto al abstenerse de todo juicio, el mundo se reduce a fenómenos de conciencia.
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Por lo tanto para la investigación:
a) La atención del investigador (haciendo epoké) se centrará ahora en esos fenómenos con los que el mundo se presenta a la conciencia.
b) Sobre estos datos se obtendrán sus esencias mediante la reducción eidética y así se construiría el conocimiento y saber definitivo.
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Para terminar, vamos a ver el concepto de Husserl de intencionalidad.
La conciencia es, pues, el campo específico de la investigación fenomenológica. Gracias a la conciencia podemos estudiar los fenómenos que en ella se revelan. La conciencia siempre ha de tener algún contenido. Si me imagino que se queda totalmente vacía, que no tengo conciencia de nada, lo que llamo vacío o nada se convertiría en el fenómeno del que tengo conciencia.
La conciencia no puede darse sin los objetos, pero al mismo tiempo los objetos no pueden darse -tal como los vivimos- sin la conciencia. Las cosas son lo que son (una silla, un coche, calor, frio…) porque yo doy esos significados. La conciencia da sentido al mundo. Así, cuando hablamos de calor o frío estamos hablando de energía, y cuando hablamos de temperatura estamos hablando de la medición de esa energía. En definitiva todos estos conceptos son tales porque nosotros los damos, los hemos creado. Si no existiese conciencia alguna, existirían organizaciones atómicas diferentes en el mundo, pero no con el sentido que nosotros le damos.
Por lo tanto, Conciencia y Mundo no pueden ser considerados ni como una misma cosa ni como dos realidades independientes. Esto no es una contradicción pues lo que está afirmando es que ambos términos no son una misma realidad pero tampoco son dos realidades distintas. Husserl dice, entonces, que la relación entre conciencia y objeto es intencional porque entre ella existe una relación recíproca (lo que hoy llamaríamos una transacción). Cuando A y B están en transacción, ni A implica B, ni B a A, sino que ambos se modifican y se realizan como si fuesen, en cierto modo, causa y efectos entre sí mismos. Gracias a B, A es A, y gracias a A, B es B. De igual manera, por la relación intencional mi Yo da un sentido al mundo, pero a la vez ese sentido es vivido como objetivo porque lo descubro como sentido que tiene el mundo para mí. La conciencia no capta ni al yo ni al mundo por separado, sino su interrelación. Expliquemos esto con un último ejemplo: si miro a la calle, ésta tiene sentido porque yo le estoy dando sentido a las cosas que hay en ella, pero a la vez esas cosas que tienen sentido por mí, las percibo como pertenecientes al mundo y tienen ellas un sentido para mí como si fueran existentes independientes del individuo. Si veo mi coche, yo soy el que le está dando sentido de existencia al coche, pero al mismo tiempo vivencio al coche como no perteneciente a mí y que tiene sentido en el mundo. Esto es la intencionalidad.
—–Seguimos la próxima semana con la Segunda Parte—–
[1] Extraído de “Pensador de Síntesis” Hacia una nueva conciencia antropológica. Compendio de la vida y obra del doctor Ramón P Muñoz soler. Por Fabiana Mastrangelo. Victorioso ediciones, 2013
[2] Shaun Gallagher y Dan Zahavi. La mente fenomenológica. Alianza Editorial, 2013
[3] Rojo Sierra M. Fundamentos Doctrinales para una psicología médica, Editorial Toray, Barcelona, 1978. Capítulo X “Segunda deriva: la Fenomenología. Introducción. E Husserl: la fenomenología basada en la conciencia”