LA LOCURA DE VAN GOGH, HÖDERLING STRINDBERG Y SWEDENBORG (Locos Egregios)


Juan Rojo Moreno

Genio y Locura es una obra de Karl Jaspers en la que analiza la psicosis de estos cuatro geniales artistas.[1]

De Strindberg es quizá del que hay más datos descriptivos de su enfermedad, por los muchos escritos que dejó. Ya en 1888 (en las Confesiones) refiere alteraciones somáticas que data desde 1882, lo que sería el comienzo de su esquizofrenia. En 1884 escribe “ya me encuentro a punto de convertirme en un imbécil y empiezan a manifestarse los primeros síntomas de la manía persecutoria… los viejos amigos que tenía en Paris han desertado de mi causa, aliándose con mi mujer en contra mía”. Padeció en su primer matrimonio, que duró 15 años, un importante delirio de celos.

Empieza a dudar de su salud mental cuando en 1888 fue a un manicomio para que el médico director extendiera un certificado acreditando que no estaba loco. Pero en 1890 expondría “tengo para mí que el siglo y los hombres están locos de remate”. Strindberg sufrió varios arrebatos delirantes de persecución y autorreferentes. Escribió una obra en contra de la mujer (pensaba que las personas del sexo femenino eran las causantes de todas sus desgracias) y en sus episodios psicóticos estaba convencido de que la gente le perseguía y le miraba con inquina. En los estadios iniciales de su psicosis aun consigue mantener la compostura pues, señala Jaspers, se daba una mezcolanza inextricable: por una parte, ciertas reacciones que las circunstancias hacen comprensibles; por otra, las que no pueden explicarse sino como resultado del proceso patológico. Incluso pensó que el poeta finés Tavastsjerna, que se encontraba en la misma ciudad que él, abrigaba la intención de matarle. Comenta este poeta acerca de un día que volvía con Strindberg a casa: “al tomar el camino sombrío y sinuoso que lleva desde el jardín del hotel a la colonia donde vivíamos, Strindberg echo de repente a correr a una velocidad que yo no podía sospechar en el ser humano. Solo un par de suelas que batían vertiginosamente, la arena del sendero levantando una ráfaga de polvo, un abrigo que ondeaba con la carrera… y nada más”. Al día siguiente confesó la causa de su huida: Tavastsjerna solo estaba esperando para fulminarle una oportunidad favorable, la de sorprenderle en la oscuridad de la noche.

El miedo continuo a ser espiado le abrumaba hasta el punto que en todas partes presentía ojos que le vigilaban y cualquier pregunta que le hacían se le antojaba insidiosa.

Se detectaron dos brotes o agudizaciones psicóticas bien definidos, en 1887 y en 1896, siendo en esta última fecha el punto culminante de la psicosis. En la lechería siente su faz como desgarrada por las hostiles miradas de los contertulios… “de la pared parece emanar un fluido magnético y un extraño sopor paraliza mis miembros, mi cuerpo es víctima de una corriente eléctrica que fluye entre las dos habitaciones fronteras”. Todo el mundo (julio de 1896) ya se trate de conocidos como desconocidos es sospechoso a sus ojos y era víctima de una persecución deliberada proviniera de quien proviniera. Strindberg escribe que “hay individuos a quienes no conozco que emanan tal hostilidad que me veo obligado a cambiar de acera”.

Pero fijémonos que aún existe un atisbo de duda cuando dice ¿qué hago? ¿acudir a la policía? ¡Ni pensarlo! Como no puedo aducir ninguna prueba me encerrarán por loco. Al mismo tiempo dice ¿una enfermedad? Imposible, puesto que me he encontrado perfectamente bien de salud.

Padece graves alucinaciones mixtas (diferentes partes, es decir, cenestésicas, táctiles…) y de presencia (que son muy patológicas, descritas por Jules Baillarger en 1846): “siento que alguien desde la sombra me mira, me toca me palpa y me chupa el corazón… tengo la sensación de que hay algo en pie al respaldo de mi silla y me pongo a dar cuchilladas hacia atrás”.

También es curioso que ya se introduce en la psicosis la corriente eléctrica (no era posible antes de inventarse; en 1880 Alessandro Volta inventó la primera pila eléctrica, el telégrafo eléctrico de Samuel Morse en 1833 y la generación industrial de electricidad comenzó partir del cuarto final del siglo XIX, cuando se extendió la iluminación eléctrica de las calles y de las viviendas).

Acude a visitar a un médico amigo en Suecia que al escuchar su relato le dice ¡No sigas desgraciado! Lo que te pasa es que tienes perturbadas tus facultades mentales. ¡Qué va! responde Strindberg, examina mi inteligencia, lee lo que escribo, lo que publico todos los días.

Pero, aun con su psicosis, en 1898 describe sus experiencias en un drama que titula “Hacia Damasco”, y es a partir de aquí que comienza el periodo final.

Lo extraordinario de Strindberg es que, si bien desaparece la creatividad en los periodos de crisis psicóticas más agudas, desde finales de 1892 a 1897 no escribe ninguna obra, pero cuando ya entra en la etapa final (hasta su muerte en 1912) en 1898 en que los síntomas psicóticos son más atenuados, le vuelve a aparecer con intensidad sorprendente su labor creativa. Incluso se casa por segunda vez en 1893 y por tercera vez en 1901 y se divorcia de su tercer matrimonio en 1907, muriendo de cáncer de estómago en 1912.

Como señala Jaspers, lo que asombra de estos enfermos es su excepcional capacidad para, en medio de sus alucinaciones, no perder nunca de vista la realidad. Aun así, los últimos años recluido en su casa no recibía visitas, y un amigo que intentó visitarle en 1906 -Max Reinhardt- no lo consiguió “según me dijo no recibe a nadie, ni consiente siquiera dejarse ver, incluso se ha negado a salir al balcón en ocasión de haber acudido a rendirle homenaje una nutrida manifestación de obreros a pesar que por tres veces ha intentado una delegación de la misma convencerle que depusiera su actitud…bien es verdad que por estos días andaba un poco trastornado”. La última visita que tenemos referencia es de Nexö que consiguió que le abriera la puerta en 1911 al tener una recomendación: “tras la puerta reinaba un silencio de muerte, muy despacio abrió la puerta, el solitario poeta cavilaba y cavilaba sin saber que hacer. Sin moverse del umbral como para cerrarme la entrada se quedó contemplándome con una expresión entre recelo y curiosidad”.

SWEDENBORG.

Este caso tiene en común con el anterior que su enfermedad deja intactas las facultades de reflexión, coordinación y orientación. Swedenborg, naturalista eminente, vivió desde 1688 hasta 1772. En 1743 ya escribe que “el señor se reveló en mí y me abrió los ojos a la luz del mundo del espíritu y me concedió el don de comunicarme con los ángeles y los espíritus”. En sus visiones comenta (muchas aparecen en sueños y otras al despertarse) “a las una o las dos me dio un escalofrío desde la cabeza hasta los pies acompañado de tal fragor de truenos que se dijera estaban descargando a la vez varias tormentas y me vi zarandeado de una manera indescriptible hasta que me vi derribado de bruces”. Se le apareció un hombre en la habitación que le dijo que era Dios, Nuestro Señor… que me había elegido para que explicara a los hombres el contenido de las Sagrados Escrituras y “desde entonces puedo ver a los ángeles en pleno día y hablar con ellos y con los espíritus, aunque me halle despierto”.

El lenguaje de los espíritus es tan claro como el de los seres humanos, lo capta primero el pensamiento y desde ahí pasa a través de un conducto interior a los órganos auditivos [pseudoalucinación acústica]. Se le oía hablar en voz alta en su cuarto por la noche, pero más adelante ya entraba en cólera contra los espíritus también en pleno día.

Algún psiquiatra como Grühle discute el diagnostico de enfermedad y aunque no la descarta por completo, la esquizofrenia, la considera improbable. Jaspers por su cuenta considera innegable la esquizofrenia de Swedenborg, aunque no nos hayan llegado tantos datos como en el caso de Strindberg.

En el periodo final desde que Swedenborg cumple 57 años hasta su muerte (1772) con ochenta y cuatro años, en sus escritos teológicos posteriores a 1745 da por descontado el hecho de su comercio con éste y el otro mundo, siendo sus “experiencias” la más clara “demostración” de todo lo que afirma.

Aunque como señaló Kant “no se puede adquirir un conocimiento instintivo del otro mundo, sin sacrificar una parte del entendimiento que no es necesario en este”. La diferencia está en que en los casos como el de Strindberg y Swedenborg, el paciente nunca llega a un estado de desorientación y de confusión mental total, mientras que en los casos que comentaremos de Hölderlin o van Gogh el funcionamiento de la vida psíquica se va alterando hasta dar en ese desquiciamiento absoluto que el profano designa con la expresión “loco de remate”

HÖLDERLING

Nacido en 1779 padece síntomas clarísimos psicóticos en 1801 teniendo que ser internado en una casa de reposo y es confiado a los cuidados de una familia a partir de 1807 hasta su fallecimiento en 1843.

En 1803 escribe Schelling refiriéndose a él: “sus facultades mentales estaban totalmente arruinadas… tiene una ausencia de ánimo completo… su aspecto exterior repugna de puro abandonado… sus modales son los de un perturbado… siempre está callado y absorto”.

Los poemas que escribe desde 1801 a 1805 corresponden incuestionablemente a un periodo en que se encontraba en un acceso de esquizofrenia, adquiriendo, a partir de esa fecha, su poesía, por así decirlo, una nueva fisionomía. El derrumbamiento se produce en1805 siendo desde entonces más pueril e intrascendente y muy a menudo cuesta un enorme trabajo entender los versos, por mucho esfuerzo que se haga. Fragmentos confusos y difíciles de entender por falta de nexo y de coordinación entre los términos del discurso y porque la secuencia de ideas e imágenes parece fortuita (incoherencia)- señala Jaspers-.

La excepcionalidad, concluye Jaspers, es que siendo un poeta extraordinario que con o sin enfermedad siempre habría sido uno de primera fila, contrae esta especial modalidad de esquizofrenia, y no hay ningún otro de esa rara combinación; solo puede comparársele, en el dominio de las artes plásticas, el de van Gogh.

VAN GOGH

De los cuatro locos egregios van Gogh es que más conmueve la intimidad de Karl Jaspers, aunque las notas y detalles de su vida normal y patológica es bastante limitada, y las que tenemos en gran parte se debe a la correspondencia que tuvo con su hermano Theo, que a la vez le mantuvo económicamente durante mucho tiempo, y esta correspondencia fue recopilada por su cuñada.

Van Gogh nace en 1853 y trabajó con poco éxito de dependiente en una galería de arte, maestro de escuela, agente de librería, evangelista voluntario y hacia 1880 tras vagabundear por las carreteras decide hacerse pintor y Theo inicia su ayuda económica. En 1888 intentar pegar o agredir con una navaja barbera a su invitado y amigo Gauguin (que huirá, saliendo de estampida, de su lado) y se mutila una oreja y el 27 de julio de 1890 se dispara un tiro en el pecho del que muere dos días después. Sobre las causas de su suicidio no dice nada y a las preguntas del médico en este sentido contesta encogiéndose de hombros.

El comienzo de su enfermedad con una psicosis aguda ocurre en 1888 y a partir de entonces ya no volvió a ser nunca “el de antes”. Escribe van Gogh que padeció terribles alucinaciones y que “durante estas crisis llego a creerme que sea real lo que me imagino”, asaltándole ideas religiosas embrolladas y atroces.

Tras la primera crisis de 1888 tiene frecuentes crisis con intervalos de calma hasta el suicidio. Previamente había pasado por una de sus épocas más productivas. Pero una vez pasado lo más grave de su psicosis en ese año, al siguiente en 1889 escribe “trabajo hasta la extenuación, desde por la mañana hasta por la noche”. Pero como señala Jaspers: “tras la explosión de diciembre de 1888 su trabajo se verá muy a menudo entorpecido por prolongadas crisis en las que falta esa energía exuberante de años anteriores, aunque todavía tiene momentos esporádicos en que parece recobrar el fuego y la lucidez de antaño”.

Solo tres meses antes del suicidio escribía van Gogh “trabajo con tal ligereza que me resulta más fácil pintar un cuadro que hacer la maleta”.

Había estado un año ingresado en un hospital desde mayo de 1889 a mayo de 1890 y los siguientes meses hasta el suicidio en “libertad” vigilada por el doctor Gachet.

Van Gogh, como ocurre con otros ilustres enfermos mentales, en todo momento, incluso durante la enfermedad, enjuicia su propia obra de una manera muy crítica y objetiva hasta el punto que en mayo de 1889 escribe “yo como pintor nunca significaré nada de entidad; me doy de ello perfecta cuenta” y en Septiembre “jamás llegaré a hacer lo que hubiera debido y podido hacer…no puedo aspirar sino a una situación de cuarto o quinto orden” [está claro que no acertó en la crítica de sí mismo].



[1] Karl Jaspers. Genio y locura. Ensayo de análisis patobiográfico comparativo sobre Strindberg, Van Gogh, Swedenborg y Hölderlin. Editorial Aguilar, S.A. de ediciones. Madrid, 1956. (sin ser ni mucho menos un resumen, de esta obra de Jaspers hemos extraído las partes que nos ha interesado)

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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