MESCALINA Y LAS PUERTAS DE LA PERCEPCIÓN


Juan Rojo Moreno

          Las Puertas de la Percepción es una obra que escribió Aldous Huxley tras su experiencia con mescalina. Se le abrió un mundo intensamente cromático, deslumbrante, en el que se producía una escisión de su yo-corporalidad con el mundo. [1]

En 1886 el farmacólogo alemán Ludwig Lewin publicó el primer estudio sistemático del cacto al que se le dio el nombre del propio investigador Anhalonium Lewinii. En 1897, Arthur Heffter, farmacólogo alemán, aisló por primera vez el principio activo del cactus peyote, la mescalina. Al principio activo se le llamó ‘mescalina’ porque el alcaloide se extrajo de los botones secos conocidos como ‘botones del mescal”.

En su experiencia hipercrómica Huxley dice que “lo verdaderamente importante es que las relaciones espaciales habían dejado de importar mucho y que mi mente estaba percibiendo el mundo en términos que no eran los de las categorías espaciales. El lugar y la distancia dejan de tener mucho interés, la mente se rige por la intensidad de existencia, de profundidad de significado”.

Estas experiencias y su similitud con las que expresaban pacientes esquizofrénicos le hizo preguntarse ya en 1954 ¿es que el desorden mental tiene por causa un desorden químico? 

Curiosamente, Huxley aporta la noción que luego en los 60 David Bohm consideró, habiendo un orden explicito (el mundo que se manifiesta y en el que vivimos) y un orden implícito o implicado que es el que da sentido a todo y con el que conectamos a veces sin tener conciencia de ello (no conocemos que hubiera influencia directa de Huxley en Bohm). Igualmente, más adelantes C.G Jung también se une a esta concepción. 

El físico David Bohm habla de orden implicado (o implícito) y orden explicado (o explicito). Sostiene que las cosas están desplegadas (orden explicado, físico) en el sentido de que cada cosa solo está en su región particular del espacio (y del tiempo) y fuera de las regiones que pertenecen a otras cosas. Lo sutil (implícito) es lo básico y lo manifiesto es su resultado y las energías de ese orden sutil e implicado son un instrumento de la intuición que es capaz de reorganizar la materia del cerebro. Por su parte C. G Jung, psicoanalista suizo, habla además de un inconsciente individual (de cada persona desde su nacimiento) y también de un Inconsciente Colectivo, común a toda la humanidad. El Inconsciente Colectivo supone que toda la humanidad participamos de unas experiencias comunes.

Para Huxley la Inteligencia Libre (la realidad total) tiene que ser regulada mediante una válvula reductora del cerebro y del sistema nervioso. Los diversos “otros mundos” en los que entramos de modo errátil son elementos de la totalidad del conocimiento perteneciente a la Inteligencia Libre.

Por lo tanto, Inteligencia Libre, Orden Implicado e Inconsciente Colectivo aluden al mismo fundamento.

Lo que ocurre al consumir mescalina es lo mismo que les ocurre a ciertas personas que han nacido con una especie de “válvula adicional” que permite trampear a la reductora; y también esto puede ocurrir en ejercicios espirituales, en circunstancias de ayuno extremo y por consumo de otras drogas.

Parecería que esto podría ser positivo al alcanzar otras perspectivas universalizantes, pero no es así. En el caso de la introyección del místico o espiritualista traduce sus visiones en algo “humanitario” pero en el consumo de mescalina, aunque la percepción mejora mucho, la voluntad experimenta un cambio profundo y no a bien: “quien toma mescalina no ve razón alguna para hacer nada determinado y juzga carentes de todo interés la mayoría de las causas por las que en tiempos ordinarios estaría dispuesto a actuar y sufrir… cuando la Inteligencia Libre se cuela por la válvula que ya no es hermética comienzan a suceder toda clase de cosas biológicamente inútiles… y esto es un reparo pues si viviéramos siempre así nunca se querrá hacer otra cosa”.

Esta es también una interesante aportación y es la apragmasia que se produce en relación con la vida y las obligaciones con el consumo de estas sustancias.

Una cosa es la vía “experimental” que realizó de forma controlada el mismo Huxley, las “experiencias” de los Beatles que le facilitaron la creación de nuevos discos[2] o los experimentos con anhídrido carbónico de von Meduna en pacientes o incluso las experimentaciones con LSD del psiquiatra Rojo-Sierra que luego utilizó – y publicó- para tratar enfermos obsesivos, y de otros profesionales o incursionistas a los “otros mundos” como el caso del antropólogo Carlos Castaneda y su tesis en 1968 “Las enseñanzas de Don Juan”.[3] También entran dentro de esta experiencia controlada rituales que diversos autores han descrito con Peyote ancestralmente en México y en el sur de Texas.

En las grabaciones que hizo Huxley mientras estaba bajo los efectos de la mescalina repetía frecuentemente ¿qué hay acerca de las relaciones humanas? Quienes estaban conmigo en la habitación, mi esposa y un hombre, pertenecían al mundo del que, por el momento, me había liberado.

Este es otro aspecto importante: las drogas que intensifican la interioridad, aíslan y pueden poner especialmente en riesgo de enfermar a quien tiene disposición.

En un momento de las vivencias, Huxley tiene un destello de lo que se debe sentir cuando se padece esquizofrenia. El esquizofrénico es incapaz “de escapar de la realidad interior y exterior y refugiarse -como hace habitualmente la persona sana- en el universo de fabricación casera del sentido común, en el mundo estrictamente humano de las nociones útiles y los símbolos compartidos”.

En alguna ocasión incluye a la hipnosis como un camino semejante a la mescalina, pero no es adecuado. Como dice el propio Huxley en relación a la vivencia con mescalina “todo es nuevo y asombroso, casi nunca ve el visionario nada que le recuerda su propio pasado”, justo lo contrario de la hipnosis que lo que hace es “focalizar” la conciencia en el pasado individual.

Huxley describe con detalle sus vivencias mescalínicas en su obra En las puestas de la percepción y luego en dos años la amplia con su obra Cielo e Infierno. En esta última señala que ha sido profuso con la experiencia visionaria bienaventurada, pero a veces es terrible y si hay un cielo también hay un infierno.

El paradigma de la vivencia infernal es la esquizofrenia “todo aquello que para un visionario sano es una fuente de bienaventuranza, provoca en una esquizofrénica (ser refiere a Renée, en Diario de una esquizofrénica) únicamente miedo y una sensación de irrealidad. Y existe además el horror de la infinitud. Este infierno no es solo en la esquizofrenia, sino que también muchos que experimenta con estas drogas se ven inmersos en él.

Muchos esquizofrénicos -señala nuestro autor de referencia- pasan la mayor parte del tiempo, no en la tierra o en el cielo, ni siquiera en el infierno, sino en un mundo gris y sombrío de fantasmas e irrealidades. Estamos de acuerdo con Huxley en esto, quizá en aquellos esquizofrénicos que tienen más síntomas defectuales o “negativos” pero desde luego el mundo de las significaciones en paranoicos es más un infierno que un mundo gris.

Este infierno lo hemos visto en muchos pacientes en los que se desencadenó una psicosis tras el consumo de sustancias psicodislépticas o alucinógenas y quedaron atrapados. El problema de la infinitud es fundamental, pues cuando se está bajo el efecto de otras sustancias menos disgregantes el sujeto sabe que ha de “volver” a la normalidad, aunque esta sea muy anómala. Pero cuando se “está” en el mudo psicótico o esquizofrénico no hay vivencia de tiempo y de vuelta. El mundo psicótico lleva acompañado o asumido su propia vivencia de significados, relaciones y tiempo.

Por esto es por lo que Huxley hace el experimento acompañado de un referente investigador que sigue y contacta desde el “mundo habitual”, y así hay en muchos ritos americanos y asiáticos la necesidad de que exista un “guía” para no perderse en el mundo de la experiencia.

¿Cielo o infierno? En cada persona está la elección de la experimentación o del uso vivencial con los riesgos que puede tener. ¿Es posible un mundo sin drogas? Huxley no lo creía.

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[1] Huxley A. Las puertas de la percepción. Cielo e infierno. Editorial Sudamérica. Buenos Aires. 1975 (séptima edición)

[2] Los Beatles y LSD: Los Beatles y su viaje por el LSD – beatleslsd (wordpress.com)

[3] Carlos Castaneda: Carlos Castaneda – Wikipedia, la enciclopedia libre

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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