LOS CUENTOS DE LA FILOSOFÍA Y LAS CUENTAS DE LA CIENCIA


Juan Rojo Moreno

El error es una verdad de la que se abusa.

Raimundo Paniker (1961)

Filosofía y Ciencia siguen con su batalla particular, pero las armas de la ciencia son más deslumbrantes y no paran de producir admiración pues cada día acceden sus logros a los medios de comunicación. Cierto, que desde el mundo pragmático y neo-filosófico también se alzan las voces de sus peligros. En nuestro caso vamos a utilizar la obra de Raimundo Paniker “Ontonomía de la Ciencia” como cifra de referencia para introducirnos en este campo.[1]

Para nuestro autor de referencia la síntesis entre ambas perspectivas de la misma realidad (la realidad es una y múltiple a la vez) exige una renuncia. La Ciencia ha de renunciar a su concepción de que toda la realidad es física y por su parte la filosofía ha de renunciar a su prejuicio de autosuficiencia al creerse que alcanza la última sabiduría y a pensar que pudiera desarrollarse sin los resultados que aporta la investigación científica.

No toda la realidad es descubierta por la filosofía o la ciencia (heteronomía) ni el conocimiento científico es ajeno al filosófico (autonomía) o viceversa.[2]

Ya anteriormente comenté que quizá sean los físicos los mejores filósofos en la actualidad (muchas veces a su pesar) y también analicé la relación entre Filosofía y Ciencia.

Y un cosmólogo, Lawrence Krauss, en su obra “Un Universo de la Nada (El Origen sin Creador)” utiliza datos y más datos, ciencia y más ciencia para llegar a un teo-cientifismo en donde sus conclusiones aunque parecen científicas son realmente filosóficas. Cómo señala Dawkins en el Postfacio que hace a esta obra: “los teólogos quizá quieran especular sobre los ángeles, los físicos tienen sus propios ángeles (cuantos, quarks, el “encanto”, la “extrañeza”, el “spin”). La ciencia quizá sea más extraña y menos comprensible que ninguna teología, pero la ciencia funciona, obtiene resultados” (sobre esto hablé en el artículo titulado El Fin y los Medios) .

Vemos como en el siglo XXI sigue ocurriendo lo que ya señalaba Paniker. La tendencia heteronómica viene dada por querer imponer una concepción del universo y de toda la realidad por una parte, la ciencia; y parecería que la filosofía se haya enrocado en cierta “autonomía”, pero no es cierto. Hoy en día al igual que los físicos quieren hacer su Filosofía que no es la clásica, existe en paralelo toda otra filosofía “natural” que, frente a los datos y más datos, no se enroca sino que emerge heteronómicamente queriendo también cambiar al mundo convenciendo que la realidad es otra, apelando también a los datos pero asimismo al “sentir de la naturaleza”.

Ahora los cosmólogos y los filósofos de la naturaleza se encuentran ambos usando datos, pero en vez de sintetizarlos luchan para prevalecer o ignorarse mutuamente y entonces como señala Paniker: “el filósofo tacha al científico de inconsciente y de mentalidad infantil y el científico al filósofo de inútil e irreal”.[3]

Ciertamente, las ciencias han conseguido avanzar espectacularmente gracias a la experimentación. Este factor fundamental del método científico ha sido el que le ha dado la fuerza para apostillar su verdad al poderse verificar el experimento y repetirlo. Y aunque ya Descartes decía que todo conocimiento que pueda ser dudoso no merece el nombre de ciencia, no obstante, hoy en día se considera “ciencia” no solo al método experimental sino al desarrollo matemático, ecuacional, de la teoría hipotética. Así se han desarrollado nuevas concepciones físicas, cosmológicas y del universo, aunque no tantas de la realidad cotidiana y vivenciada del hombre.  Y se considera que si la ecuación es solvente, entonces, es suficiente por su resolución aunque a la hora de aplicarla no sea nunca posible hacerlo o por ahora imposible. Es decir, la ciencia no experimental en ciertos ámbitos sigue considerándose Ciencia y no Filosofía Numérica. La explicación cosmológica supone que la ciencia se convierte ella misma en Filosofía.[4]

Y esto hace, en el fondo, aún más enconada la diferencia entre  los dos ámbitos: “que el filósofo tiene que estar oyendo a cada paso -dice Paniker-  que no está en la realidad, prueba nuevamente la pobre idea de la realidad que se hace el hombre medio de esta cultura científica ¡Como si fuese más real una silla que un pensamiento, un átomo que una volición!… los científicos han confundido la claridad con la evidencia y la explicación funcional con la verdad”.

Y aunque no podemos entrar aquí de lleno en esta materia que nos desviaría mucho, no puedo más que asombrarme de la enconada (que no mesurada) postura de la llamada Medicina de la Evidencia (que también yo mismo apoyo, la medicina, no esa postura cuando es enconada) frente a las denominadas Medicinas Alternativas. La medicina de la evidencia es una forma datificada de la medicina pero no es toda la Medicina ni recupera por tal a todos los enfermos que sufren enfermedades. Ya escribí sobre las Pseudociencias.

Pero volviendo a nuestra pugna, hay un aspecto especialmente controvertido: el interés. Pareciera que el interés del planeta está por la Ciencia. Los países que mejor han desarrollado las aplicaciones y resultados  científicos son los que más han avanzado y han conseguido mayor nivel de bienestar para sus habitantes, los países en vías de desarrollo quieren utilizar los resultados científicos y copian muchos aspectos de los países desarrollados o emigran a éstos. Incluso algunos que tienen niveles muy elevados de ausencia de escolaridad o de falta en cumplimentación de necesidades básicas, intentan tener o tienen la Bomba Atómica que exige un avance significativo en la aplicación del modelo científico -y recursos- a ese menester.

El inicio del cientismo supone que la visión científica de las cosas pierde la conciencia de la parcialidad, abandona el saber filosófico y entonces la naturaleza es la cantidad o lo reducible a ella pues solo lo cuantificable es asimilable –inteligible- a los métodos que utiliza la Ciencia. Y entonces –señala Paniker- la naturaleza es la ley matemática de la realidad, aunque la naturaleza científica sea solo un aspecto de la verdadera naturaleza de las cosas materiales: “la ciencia moderna ha visto que solo podía avanzar renunciando a explicar la realidad que aparece delante del hombre corriente. Para poder mesurar y predecir ha tenido que renunciar a toda explicación despojando a los fenómenos físicos de toda su realidad ingenua para convertirlos en una gran inteligibilidad matemática… la ecuación establecida tiene plena validez científica, es decir cuantitativa, pero nada más”.

Pero, por otra parte, tenemos los movimientos religiosos más extremistas o políticos o sectas… que cubren a un también gran número de la población necesitada de un fin no exclusivamente material y cosificado (clásico) que son la caricatura grotesca de la necesidad del hombre por conocer más de lo que conoce, y que apuntan una insuficiencia, que puede ser satisfecha arbitrariamente por arquetipos sociales o religiosos que nutren satisfactoriamente ese hueco humano, pero sin renunciar a lo material.

Ahora quiere comprenderse el mundo espiritual desde lo material y antes era al revés, señala Paniker.

Y así la pugna sigue: unos con más datos pero siguen con sus cuentos y otros con más datos siguen con sus cuentas

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A la postre, para la persona que día a día vive sus alegrías y éxitos pero también sus desgracias y sufrimientos, esta pugna entre filosofía y ciencia no es, en definitiva, para el fenómeno humano, más que una espuria sinrazón.

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[1] Ontonomía de la Ciencia. Sobre el sentido de la ciencia y sus relaciones con la filosofía. Raimundo Paniker. Biblioteca Hispánica de Filosofía, Editorial Gredos, 1961. (Nihil obstat: El censor, doctor José M.ª Casciaro, Madrid 8 de Agosto de 1961)

[2] Paniker crea el término Ontonomía para referirse a una integración armoniosa de las distintas partes en el todo. Quiere avanzar así más allá de la Autonomía (que absolutiza las peculiaridades como si no existiesen otras. En la Autonomía subsiste un aislamiento) y de la Heteronomía (predomino de unas peculiaridades sobre otras. Subsiste una dominación).

[3] De aquí el título de este artículo “cuentos y cuentas” pues señala Paniker: “decía un amigo mío, en frase gráfica y mordaz, que todo el saber actual se dividía en cuentos y cuentas. Para el científico el mundo de las letras -y entre ellas descuella la Filosofía- no es sino un conjunto de cuentos. Para el hombre de letras, en cambio, las ciencias todas son vulgares cuentas”.

[4] El principal motivo por el que le matemático ha vencido es porque le hemos dejado dictar los términos del reglamento de la prueba. El destino de toda teoría del universo se decide mediante una prueba numérica: ¿Es que la suma sale bien? No creo que el matemático comprenda mejor nuestro mundo que el poeta o el místico. Quizá lo único que hay es que suma mejor. A. Eddington, Nuevos senderos de la ciencia. Montaner y Simón, S.A. Editores, Barcelona, 1945

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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