Juan Rojo Moreno
Hace 26 años, en 1992, M. Rojo Sierra escribía este pequeño artículo en el diario Las Provincias, en Valencia (España). En él con pocas palabras se hacen unos apuntes muy certeros sobre la depresión, que pasado ese tiempo realmente no han cambiado sustancialmente. Y nos llama la atención como en pocos años hay avances tan rápidos en unas áreas pero en otras seguimos algo estancados.
Seguimos en nuestra sociedad sin avanzar demasiado en conseguir evitar la estigmatización del enfermo psíquico. Y no solo nos estamos refiriendo al paciente psicótico sino que la depresión, la ansiedad a veces, también, siguen siendo enfermedades que las padecen “otros”. Cierto, el “depre” aún existe. Aún sigue habiendo quien cree que la depresión no es una enfermedad sino cosa de la “voluntad”. Y hay que ver que se han escrito no solo manuales de psiquiatría sino que hay fácil acceso serio a diversas publicaciones y libros sobre la depresión que se han realizado por psiquiatras (y psicólogos desde su perspectiva) intentando acercar el conocimiento de este padecimiento no solo a los diversos participantes y profesionales de las Ciencias de la Salud sino al público en general interesado por esta realidad humana de la enfermedad. Solo por nombrar algún psiquiatra español que se ha esforzado en esto: J. A. Vallejo Nájera (que quizá fue el pionero con su Introducción a la Psiquiatría, 1976) que ha servido de referencia a múltiples profesionales durante muchos años, al Dr. E. Rojas que también ha realizado y sigue realizando una amplia divulgación (La Depresión: como curar la melancolía, Adiós Depresión…) y en este campo aporté un libro: “La enfermedad depresiva: conocer y entender la depresión en lenguaje para todos” (aquí).
Pero de una u otra forma sigue sin haber, en amplios sectores de la población, una claridad evidente que los que padecen ésta enfermedad no son ni más ni menos que eso: enfermos.
Cierto que, como comenta Rojo Sierra, también han habido factores comerciales dado que quien investiga fundamentalmente en este campo (y en múltiples otros de la salud y sus tratamientos) no son los gobiernos ni las instituciones públicas sino empresas internacionales. En este sentido cada vez son mayores las regulaciones que estas mismas empresas se imponen y que además les imponen los países o en su caso la Unión Europea en nuestro continente. Pero en el otro extremo aún vemos publicados a día de hoy (y esto resulta realmente increíble) cosas como: “Los `antidepresivos´ no son antidepresivos, inducen un estado mental cuyo efecto beneficioso no supera al placebo de manera reseñable”. Claro, las Redes Sociales hoy permiten decir lo que se quiera.
Ya Rojo Sierra en 1992 hacía referencia al marketing que podían hacer las multinacionales para al final tratar con antidepresivos lo que fuera. Un ejemplo de esto fue cuando un laboratorio quiso (y en principio lo consiguió) que se pusiera a su antidepresivo ISRS (inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina) la indicación de “timidez”, pero gracias a los colegios profesionales y a las críticas de las instituciones médicas tuvo que retirarse pronto esa “indicación”.
Pero en el otro extremo ahora estamos en el periodo de los que no quieren vacunar a sus hijos, de los que no quieren llevar a éstos a las escuelas y de los que no quieren dar antipsicóticos para las Psicosis ni antidepresivos para la Depresión cuando estas enfermedades son tales. Eso ocurría obligadamente a principios del siglo XX (y antes claro) al no existir estos medicamentos y no voy a repetir las manifestaciones de desvalimiento y desamparo que manifestaban los profesionales médicos en aquellas circunstancias (que ya he comentado en algún artículo anterior) y que rápidamente se ve cuando se lee a nuestros compañeros de esas épocas.
Diagnosticar con seriedad nuestras enfermedades por profesionales cualificados y tratarlas según los métodos demostrados. Ya dijo Ajuriaguerra en 1983: “la psicocracia no es nuestra meta”. Nosotros no queremos psiquiatrizar la vida. Los psiquiatras no curamos ni tratamos “la vida” y sus problemas sino solo enfermedades (y cuando podemos, que no es siempre). Por esto ya hablé de “La psiquiatría de la población o tratar enfermedades de la vida” (aquí).
Y por esto mismo Rojo Sierra ya señalaba: “se cree que la tristeza es el síntoma fundamental de la depresión. Esto es una horrorosa falsedad. La tristeza es inherente a la vida y a la salud…el pueblo ha confundido las adversidades con las depresiones. Y como la existencia está llena de adversidades y estas dan tristeza, la gente ha simplificado `depresión´ por `depre´”.
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Sí, al final van a tener razón, en parte, los que dicen que los antidepresivos hacen lo mismo que el placebo. Si no sabemos diagnosticar bien una depresión como enfermedad y tratamos “la vida” con sus tristezas y estrés, es posible que para “la vida” sea igual un antidepresivo que un placebo.
Por esto termina Rojo Sierra indicando algunos datos necesarios para un buen diagnóstico.
Si los profesionales de la salud diagnosticamos bien, entonces trataremos bien. Si son otros los que hacen los diagnósticos, entonces, igual la “vida” pasa a ser un diagnóstico, pero de eso no nos podemos ocupar en psiquiatría sino solamente rechazarlo como hacen las sociedades médicas, psiquiátricas, científicas y cualquier experto profesional que de verdad haya tenido que tratar y responsabilizarse de enfermos psíquicos depresivos.