LOS TRANSHUMANISMOS


(Tecnotivismo posthumanista)

Juan Rojo Moreno

El prefijo “trans” significa tanto a-través-de como  al-otro-lado. El término Transhumanismo fue acuñado por Julian Huxley en 1927 en Religión sin Revelación (y en 1957 en Nuevos Odres para Vino Nuevo) y ha sido el fundamento de una corriente que ha seguido la idea de que puede haber una salto evolutivo humano a modo de “complejidad creciente de la conciencia”, que diría Teilhard de Chardin, apareciendo una nueva manera de concebir el sentido del mundo y del cosmos, mejorando el Ser de nuestra especie. En este sentido se han pronunciado muchos autores, y al menos señalar entre nosotros a M. Rojo Sierra y su obra El Hombre Cósmico [1] o a  José Luis San Miguel cuando habla de la “Rebelión de la Conciencia”[2]. Podríamos nombrar más autores, pero incluso muchos españoles que hablan del “transhumanismo” prefieren nombrar antes a los de otras naciones que a los que han escrito en lengua hispánica.

Una nueva evolución humana sin que haya un aumento de la complejidad-conciencia no es fácil de entender si queremos conservar la estructura de nuestra propia historicidad.

Pero claro, con el tiempo se han ido desarrollando otras formas de entender el transhumanismo, quizá más “al día” de lo que ahora se lleva con los avances tecnológicos y aparecen muchas concepciones desde esta palabra o se desarrolla el posthumanismo (término acuñado -1977- por Ihab Hassan) .

Entonces ya la técnica entra en juego y ese tecnohumanismo propio de las películas de ciencia ficción se desarrolla en las mentes filosóficas para dilucidar qué hay de positivo en ello y realizable en un tiempo cercano. Desde esta perspectiva el libro de Antonio Diéguez denominado Transhumanismo (la búsqueda tecnológica del mejoramiento humano) valora aspectos diferentes.[3]

En cierto modo el libro anterior de Y.N. Harari “Homo Deus” ha sido un gran éxito planteando una posible y relativamente cercana revolución tecnológica mundial y en definitiva una revolución humana.[4] Y señala Diéguez como la antropología, como ciencia teórica, comienza a tener su propia ingeniería asociada como hace ya tiempo la tienen la física, la química y una parte de la biología.

Si los avances de la física cambiaron radicalmente la manera de comprender el mundo y el cosmos durante el siglo XX, los avances de la biología y el biomejoramiento humano transformará la cosmovisión durante este siglo XXI.

¿Cómo puede esto producirse?

De forma general, la idea de este tecnotivismo humanista es la expresada por More en 2013: “el transhumanismo va mucho más allá del humanismo tanto en medios como en fines. Los transhumanistas quieren aplicar la tecnología y la superación de los límites impuestos por nuestra herencia biológica y genética. Aplicando la tecnología a nosotros mismos podremos llegar a ser algo que no podamos describir como humanos; podemos llegar a ser posthumanos”[5]

Realmente hay tres líneas fundamentales:

1- Una primera línea es la que considera que desaparecerán los humanos y la tecnología los convertirá en organismos postbiológicos, de manera que la mente unida a la evolución tecnotrópica originará un ser superior, pero ya más que humano. Parte de las obras de ciencia ficción van en este sentido: volcado de la mente en una máquina

2- Una segunda línea es la que entiende que se puede producir una potenciación tipo Cyborg de nuestro organismo, originando humanos con capacidades ahora insospechadas.

En estas dos líneas se ha de superar el límite que separa lo humano de la maquina (llamando “Singularidad” al momento de la fusión ser humano-máquina). Sus esperanzas están puestas en la computación cuántica que hasta ahora ha dado leves resultados.

En la línea de esta interesante idea ya escribí en “Momento evolutivo de la enfermedad psíquica y su curación “…entendiendo que el tiempo también sea accesible desde el mundo no lineal, esto supone ya no solo una intuición como vivencia difusa sino una intuición-pragmática…. Con el futuro encarnado en el presente, el tiempo ya no será lineal, sino conformante de una imagen (tiempo imaginario) del futuro en el presente…Y ¿por qué camino puede llegar el ser humano a hacer efectiva y pragmática esta intuición? Pienso que ha de ser a través del pasaje del nivel subatómico, del mundo cuántico. La intuición efectiva del futuro no lineal tiene un sedero de contacto con el  macrocosmos, con nuestra realidad empírica”.[6]

Los que apoyan esta línea consideran que toda nuestra personalidad y nuestras vivencias se acoplarían, en una especie de “yoísmo”, en la unión materia/humano, por el camino de las leyes cuánticas (que realmente no conocemos).

Pero podemos adelantar uno de los problemas que han aparecido con estas directrices que consideran que los conocimientos aportados por la cibernética, por el dataísmo y el Big Data, nos harán más inteligentes: el problema que surge es, como señala Diéguez, que si bien se ha avanzado mucho en la bioética, estamos todavía lejos de una tecnoética madura.

3- La tercera línea considera el mejoramiento humano estimulando ciertos instrumentos de nuestras  capacidades.

Cada una de estas líneas tiene sus dificultades y por supuesto sus seguidores, pero hay un aspecto que no se suele tener en cuenta. Se confunde frecuentemente la inteligencia con el talento. Es cierto que para medir lo que llamamos coloquialmente “inteligencia”, mediante cuestionarios que nos aportan un cociente intelectual, lo que estamos realmente midiendo son capacidades instrumentales de memoria, organización, espacialidad, etc. Y parece que si aumentamos estas capacidades, entonces, aumentaría nuestra “inteligencia”. Esto es falso considerado de forma directa. Hace un tiempo la persona que tenía el record mundial de mayor cociente intelectual era una mujer “magnífica secretaria” en su trabajo -y seguro que lo era-. Evidentemente una mejora de instrumentos facilita la siembra del aprendizaje y su velocidad ¿pero por esto ya son esas personas más inteligentes? La inteligencia exige la unión de un buen talento y una inspiración o creatividad. Cuanto mejor estén nuestros instrumentos mentales puede que prenda mejor una idea creativa, pero eso no es seguro. Muchas ideas geniales han surgido en momento de fantasía y sueños en personas preparadas pero no significativamente talentosas.

Si mejoramos la memoria, la capacidad de visión o audición o la capacidad de relación cognitiva ¿seremos más inteligentes? No obligatoriamente. Pero, evidentemente, si una nación llegara a poder hacer eso en todos sus habitantes ¿Qué otra nación o familia no lo querría para sus hijos? se pregunta en este sentido Y. N. Harari .

En España para acceder a la Universidad hay que hacer un examen de Selectividad que es común en todo el Estado. Se tienen en cuenta las notas de los dos últimos años escolares (Bachillerato) y las notas de las diferentes partes del examen propio de selectividad que dura dos días. Muchos años hay quien saca un 10, es decir, la máxima nota, sin un fallo, en todas las  asignaturas de los dos años de Bachillerato y en todos los exámenes de Selectivo. Uno de estos alumnos decía, “método de estudio: ninguno, esfuerzo y sacrificio”, y una alumna asegura que todo es fruto del trabajo constante.

¿Un robot conseguiría algo semejante? Es posible. ¿Jóvenes potenciados, cerebralmente biomejorados, podrían también conseguir lo mismo? También es posible. ¿Esto quiere decir que sean genios, estables emocionalmente y superinteligentes en el futuro? La respuesta será: no obligatoriamente. [7]

Su desarrollo intelectual futuro dependerá de muchos condicionantes biopsicosociales, culturales, históricos y personales. Algunos llegarán a lo más alto de sus profesiones y desarrollo humano, y otros caerán en lo más profundo de sus contradicciones emocionales. Como todo el mundo.[8]

Como también plantea Diéguez, no es seguro que el potenciamiento de recursos cerebrales te haga más sensible respecto al sufrimiento humano y en el caso de los implantes cerebrales tipo Cyborg se pregunta, así mismo, ¿qué grado de mecanización haría falta para que dejara esa persona de ser algo ligado emocional y biográficamente a su origen humano? Y muchos autores se preguntan  también ¿dónde está el límite de la responsabilidad de la persona como tal ya que muchas decisiones las tomaría en base a los datos y algoritmos u otros patrones tecnológicos?

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         La tecnología está ayudándonos para mantener nuestro “ritmo” de crecimiento y desarrollo que parece deseable pues todo el mundo quiere adquirirlo. Pero ahora estamos en el mundo deslumbrante de lo cuantitativo: cada vez hay “más”. Más velocidad tecnológica, más capacidad de computación, más ahorro energético en las nuevas investigaciones en microprocesadores, televisores más planos, teléfonos con más capacidades, etc. Ya ha pasado la humanidad por esos periodos de “masismo” hasta llegar incluso a finales de siglo XIX a creer que todo estaba inventado.

La tecnología debe ayudar a resolver  aun muchos de los problemas humanos que tenemos y que siguen originando gran sufrimiento. Con su avance esperamos que no solo se curen enfermedades sino que algunas desaparezcan. La biogenética, el biomejoramiento, todo lo “bio”, quizá ahora tenga tiempo de relevo. Pero también deberá ser, como ha ocurrido anteriormente, la plataforma de algo nuevo.  Quizá de una nueva forma de concebir el planeta, y al propio ser humano. El Transhumanismo original deberá reconfigurarse con estos tecnotivismos humanistas si quiere alcanzar una meta global y no solo una potenciación parcial o una idealización tecnotrópica que los mismos investigadores en este campo suelen considerar ilusoria.

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[1] M. Rojo Sierra. El hombre cósmico (aportación al transhumanismo de Julian Huxley). Edita Promolibro, Valencia, 1999. Resumen en https://clinicaprofesor-rojo.es/images/librohombrecosmico.pdf

[2] José Luis San Miguel de Pablos. La Rebelión de la consciencia. Editorial Kairós, 2014. Comentario a partir de esta obra en https://juanrojomoreno.wordpress.com/2015/07/11/inteligencia-estrategica/

[3] A. Diéguez. Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano. Herder, Barcelona, 2017.

[4] Yuval Noah Harari. Homo Deus. Breve historia del mañana. Editorial Debate, 2016.

[5] M. More 2013. The transhumanist reader (citado por Diéguez)

[6] Coincide que cae en mis manos ahora el libro del psiquiatra C. G Jung “Psicología y Educación” (Editorial Paidós) en el que ya en 1949 escribía: “Este encuentro entre la física atómica y la psicología significa para esta última la incalculable ventaja de ofrecernos la sospecha de la posibilidad de hallar un punto de Arquímedes también para la psicología. En efecto el mundo atómico de la microfísica ostenta rasgos cuyo parentesco con lo psíquico ha sido advertido por los físicos. Aquí, en apariencia, se nos presenta, cuanto menos, la insinuación de la factibilidad de lograr una “representación” del proceso psíquico en un medio distinto: en el de la microfísica de la materia. (Jung concurrió intensamente con el premio Nobel de física W. Pauli)

[7] Señala C. G Jung en Psicología y Educación (obra citada): El talento no constituye un valor en sí mismo; solo lo es si el resto de la personalidad es susceptible de seguirlo en forma ventajosamente aprovechable. El talento es posible obstaculizarlo, dañarlo, pervertirlo, ayudarlo, desarrollarlo y perfeccionarlo. El genio es una “rarísima avia”, un Fénix, y no puede contarse con su aparición.

[8] Dice Diéguez: “No podemos tenerlo todo a la vez; no todo mejoramiento posible es compatible con cualquier otro. Si queremos aumentar nuestra inteligencia, es muy probable que tengamos que incrementar el metabolismo de nuestro cerebro haciendo que este consuma aún más energía de la que ya consume (20% de las calorías diarias). Esto nos obligaría a comer alimentos más nutritivos o a mejorar nuestros productos nutritivos, lo cual a su vez pudiera no ser compatible con el deseo de mejorar nuestro disfrute de la comida o con el deseo de mejorar el medioambiente”.

No estoy de acuerdo con esto, como en el caso de los ejemplos que hemos puesto de los estudiantes “10”. ¿Acaso estos estudiantes comen diferente o hacen una vida rara nutritiva o fuerzan con su actitud el medioambiente? Creo que en su composición Diéguez se aleja mucho de la posibilidad unitiva o emergentista. Quizá para él, el reduccionismo, localizacionismo o agregadurismo le son necesarios en esta antropotécnica (término de Sloterdijk que aporta el mismo Diéguez).

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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