LA FILOSOFIA PERENNE


FILOSOFÍA DEL SIGNIFICADO

Juan Rojo Moreno

         El término “Filosofía Perenne” fue acuñado por Leibniz, pero Aldous Huxley recoge este concepto para señalar la filosofía que está siempre inmanente, inmemorial y universal. Por lo tanto esta filosofía es propia del ser humano y como tal inefable. Huxley la denomina “base inmanente y trascendente de todo el ser”. Luego están “las otras filosofías” que aparecen y desaparecen, que tienen mayor o menor vigencia histórica (que diría Ortega) y que son mejor comprendidas en cada contexto. Pero esas filosofías no son perennes aunque se nutran de la Primaria.[1]

La palabra “significado” hace referencia a la relación de la parte con el todo. Cuando decimos que para una persona significa mucho poder veranear en la playa quizá es porque por su biografía, por sus circunstancias, etc., ese acontecimiento concreto tiene un importante valor si lo relacionamos con el “todo” de su persona. Por eso para otra persona diferente el mismo acontecimiento puede no tener especial significado. Cuando hablamos de Filosofía Perenne estamos fundamentalmente hablando del significado, es decir de la relación del ser humano con el todo, ya que ese todo no es posible captarlo al ser inmanente: “no es un ser en el sentido ordinario de una categoría de cosa, tampoco tiene cualidades, ni actividad, tampoco es destacado por la relación pues no tiene segundo, ni puede ser definido por la palabra ni por la idea” (Shankara)[2]. Pero cuando se accede a ciertos estados de conciencia o niveles de comprensión de las relaciones con la totalidad, que no son las habituales, aparece aquí y allí, ahora y hace 2.000 años la misma filosofía, la que es Perenne. No es un conocimiento lógico lo que se presenta ni nada de lo que antes hemos dicho que “no puede ser”; es advertir el conocimiento unitivo o, en lenguaje que utilizaba K. Jaspers, cerciorarse del Ser. A veces buscamos palabras complejas para intentar acercarnos a explicar lo que no puede ser explicado. No podemos definir ni explicar el  Ser, ni el Tao ni a Dios, ni la Base (Filosofía Perenne) pero señala Huxley cómo las ideas fundamentales de la Filosofía Perenne pueden ser formuladas con un vocabulario muy simple, y las experiencias a las que las ideas se refieren pueden y, realmente, deben ser tenidas inmediatamente y aparte de todo vocabulario.

Porque debemos entender que no estamos intentando explicar con palabras o letras el fundamento, ni lo unitivo, sino, únicamente, a lo más, la relación con lo unitivo, el significado. Entendiendo que la experiencia de ver el cielo o tener neuralgia -indica Huxley- es incomunicable; lo mejor que podemos hacer es decir “azul” o “dolor” con la esperanza de los que nos oyen hayan tenido experiencias similares a las nuestras y así puedan darse su propia versión del significado.

“Eso eres tú”, es la fórmula sánscrita que inicia los primeros pasos de esta filosofía. ¿Qué es el Eso y qué o quién es ese tú? No es fácil la respuesta porque, como decía Eckhart, cuanto más Dios está en todas las cosas, tanto más está fuera de ellas. Cuanto más está dentro, tanto más fuera. E igualmente, en el Eso eres Tú no podemos buscar ni fuera de nosotros ni dentro de nosotros, pues el significado del yo y la relación con el Eso es toda una misma cosa, dentro y fuera.

El problema del “fuera” está en que el ser humano, que ha avanzado de forma especialmente significativa en este planeta, se ha alejado en su evolución de la fuente vital planetaria; es como si existiera por una parte el planeta con los animales y los minerales y por otra el hombre. Pero no olvidemos que hasta hace relativamente poco, como señala Mircea Eliade, los mitos de los hombres nacidos de las piedras llevaban implícitos la idea de que la piedra es fuente de vida y fertilidad, que vive y procrea seres humanos, del mismo modo que ella ha sido engendrada por la tierra (civilizaciones Inca, Maya, griegos, semitas del Cáucaso y en general desde el Asia Menor hasta Oceanía)[3].

Y realmente, aunque por una parte los magníficos avances de la ciencia, técnica y pensamiento racional nos han permitido desembarazarnos de la inseguridad basada en el mundo mágico y “los dioses”, pero por otra parte rechazamos “sin más” las curaciones por la fe, la levitación (San José de Cupertino[4]) o la psicokinesis y al mismo tiempo damos por comprendidas “sin más” la manera cómo funciona la mente y el cuerpo o ambos juntos, o la psicosomática, o mente-cuerpo como una unidad.

Somos capaces de influir (porque estamos con-formados) no solamente sobre nosotros mismos sino también sobre la naturaleza; y lo externo, entonces, no está tan fuera de nosotros mismos. Nuestra realidad experimentada -que es relativa- tiene su ser dentro y a causa de la Realidad absoluta que no somos capaces de descubrir aunque si aprehenderla directamente, según Huxley. Y algo parecido dice también David Bohm cuando habla de la realidad -este universo que vemos y experimentamos- como orden explicado,  y que es una manifestación del sutil orden implícito. Por esto, para Bohm, lo sutil es lo básico y lo manifiesto es su resultado, y las energías de ese orden sutil e implicado son un instrumento de la intuición que es capaz de reorganizar la materia del cerebro. El ser humano no es una realidad independiente que interactúa con otros sino que “por el contrario todo ellos son proyecciones de una realidad única. Cuando un ser humano toma parte en el proceso de la totalidad queda fundamentalmente cambiado, precisamente por la misma actividad con la que se propone cambiar la realidad que contiene su conciencia”. Al ser parte del todo, se es responsable de todo.

Por esto para David B. King (2007) la inteligencia espiritual habilita para una expansión del estado de conciencia y Singh G (2008) considera que la inteligencia espiritual no una cuestión de fe sino un dato antropológico.[5] Por esto mismo David Linden comenta “la predisposición al pensamiento religioso deriva de nuestro cerebro ineficiente y extraño que ha sido modelado a lo largo de nuestra historia evolutiva”[6].

Tenemos que asumir, por lo tanto, que todo ser humano tiene el germen de la inteligencia espiritual, y en algunos casos germinará y crecerá más y en otros menos o nada, pues como germen luego podrá o no desplegarse.

Como la tecnología adelanta, entonces, imaginamos que estamos adelantando en todas las líneas y porque el talento nos ha dado tecnología creemos, pese a todas las pruebas en contra, que solo debemos seguir siendo cada vez más talentosos para lograr el orden social, la paz y la felicidad.

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Noverim me, noverim Te (Déjame conocerme, déjame conocerte)[7].

Llamémosle Filosofía Perenne o “Eso eres Tú” o antropología teologal, esta frase de San Agustín sintoniza perfectamente con el camino que el ser humano ha de equilibrar: el Yo, el mí mismo, tú, los otros, y solo cuando conocemos al otro (en la vida que decía Dilthey, en la naturaleza que decían los antiguos) y nos dejamos conocernos a nosotros mismos entonces ya no soy el mismo Yo. Entonces podemos ya entender, con el hinduismo, “el advenimiento del Yo como interior y, sin embargo, trascendentalmente otro que el yo individual” (cita de Huxley).

Nuestra bicampeona mundial de Bádminton, Carolina Martín, al obtener el segundo título ha dicho que su frase es “poder porque creo que puedo” y algo parecido ocurre con el mundo espiritual; ya Burkitt señaló que en relación con los descubrimientos tecnológicos el deseo del hombre ha sido el factor importante, y lo mismo ocurre con el camino hacia lo unitivo, con la unitividad, necesitamos al menos una actitud espiritual o ¿es necesario renovar el lenguaje espiritual?

Puedes conocer de la Realidad tanto como desees conocer, venía a decir Ruysbroeck[8]. Aunque hoy en el lenguaje común la palabra conocer y la palabra Realidad suelen identificarse con cosas, técnica, economía, sociedad… Quizá tengamos que plantearnos de forma efectiva que existe algo más que las cosas, que lo tangible, y entendamos más fácilmente la respuesta de Panchadasi cuando le preguntaron cómo llegar al Yo:

¿Cómo lo asiré? No lo asgas. Lo que queda cuando no hay más que asir es el Yo.

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[1] El libro de Aldous Huxley, La Filosofía Perenne, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967, nos va a servir como cifra de referencia.

[2] Y de aquí también lo que se ha denominado la Teología Negativa.

[3] Mircea Eliade. Herreros y Alquimistas. Editorial Taurus, Madrid, 1959.Sobre esto he hablado en “Antropología Pétrea” (aquí)

[4] San José de Cupertino, o Copertino, cuyo nombre al nacer era Giuseppe Desa (1603 – 1663) fue un fraile italiano, santo de la Iglesia católica, en quien los fenómenos místicos de orden corporal alcanzaron un carácter notorio. Es considerado patrón de los viajeros en avión, los aviadores, los mentalmente discapacitados y los estudiantes en exámenes.

[5] D Zohar, I Marshall, Inteligencia espiritual, Plaza y Janés, Madrid , 2001

[6] David Linden. El cerebro accidental. La evolución de la mente y el origen de los sentimientos Editorial Paidós, 2010. Sobre esto escribí en “Neurobiología de Dios” (aquí)

[7] San Agustín. Soliloquios II, 1,1.

[8] Ruysbroeck tenía como divisa para los estudiantes que iban a visitarle la frase “Eres tan santo como deseas serlo” la modificación que hemos puesto es la que según Huxley habría podido añadir también.

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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