INJUSTICIA Y PROGRESO. LAS TRES HUMANIDADES


¿Cómo progresa la humanidad?

Juan Rojo Moreno

         Hablamos de la humanidad porque no queremos ver que hay humanidades. En psiquiatría ocurrió algo parecido cuando hablábamos de “la esquizofrenia” hasta que admitimos que había “las esquizofrenias”. La palabra esquizofrenia significa mente dividida (esquizo = división, ruptura, phrenos =mente), y la humanidad no está del todo dividida, aunque haya al menos tres, porque aún tiene, al menos, un punto común: el progreso.

La idea del progreso humano no es muy antigua. Sí la idea de desarrollo. Ya desde Grecia se percataron que la sociedad había tenido un gran desarrollo. Pero hasta el siglo XVII no aparece la idea clara, que cuaja en el siglo XVIII, de que el ser humano puede desarrollarse hacia un futuro sin límite.

Hasta entonces no había sido así; como señala John Bury, cuando Isócrates[1] sintetiza su regla de vida en la fórmula “haz a los demás…” no incluiría dentro de “los demás” ni a los esclavos ni a los bárbaros; fue un gran avance de los estoicos y del cristianismo incluir a toda la humanidad y en esta religión incluso hacer hincapié que también están dentro de “los demás” los enemigos. Pero ahora con la idea del Progreso se incluyen también a las generaciones futuras.

¿Pero qué meta tiene el progreso? No se puede definir ni sabemos si es deseable o no, por su propia indefinición. ¿Es el saber la meta del progreso? ¿Y qué ocurrirá cuando ya se sepa todo o cuando ya no se pueda saber más?, ¿Y cuándo nuestros recursos para la investigación se hayan agotado o los instrumentos para la investigación hayan alcanzado el límite de la perfección ya insuperable? No podemos demostrar que es imposible llegar al punto en que nuestro conocimiento no sea capaz de avanzar más. Y puede que entonces estemos en la situación de “perfectibilidad”, y ésta sea completamente insatisfactoria. La idea del Progreso humano, al igual que la de la Providencia o la de la Inmortalidad personal, es una idea verdadera o falsa y a semejanza de aquellas –dice Bury- no puede probarse su verdad o falsedad. Creer en el progreso exige un acto de fe. Fe en que el progreso continuará indefinidamente[2].

Fue a finales del siglo XVII, en 1688, cuando Fontenelle publica su Digresión acerca de los Antiguos y los Modernos, que da un paso más al incluir, para la Teoría del Progreso, un futuro indefinido: tenemos que esperar que la posteridad nos aventaje del mismo modo que nosotros aventajamos a los antiguos, mejorando el método que en sí mismo es ciencia y acumulando experiencias. Evidentemente este proceso es interminable y los últimos hombres de ciencia han de ser los más competentes. Además Fontenelle aporta otro aspecto importante: para el Progreso no son tan importantes las personas sino el momento o la curva histórica. El progreso es algo necesario y seguro que se produce a saltos cuando la historia ha de curvarse; Fontenelle declara que las mejoras y los descubrimientos de la Edad Moderna podrían haberse realizado por los antiguos si hubiesen estado en lugar de los modernos. Si Descartes no hubiese nacido otro habría hecho su labor, pero no podía haber existido un Descartes antes del siglo XVII. Fontenelle –señala Bury- fue el primero en formular la ideal del progreso del conocimiento como una doctrina completa.

Pero no tiene en cuenta la evolución, por lo que el hombre sería siempre el mismo y para Fontenelle el mundo consiste en una multitud de necios y un pequeño puñado de hombres razonables[3].

Descartes había introducido el principio de inmutabilidad de las leyes naturales, base fundamental para el avance de la ciencia moderna, pero lo original de Fontenelle está en introducir la idea de que las ciencias actúan juntas y están íntimamente vinculadas entre sí (principio que ya había sido intuido por Roger Bacon), y el avance de una contribuye al avance de las otras.

En el siglo XVIII fue fácil el paso de la idea de progreso intelectual a Progreso general del hombre. Pero señala el Abbé de Sant Pierre como si bien el progreso de la razón especulativa ha sido rápido, la razón práctica ha avanzado poco. Se refiere a que la moral y la felicidad general es aparentemente la misma de siempre: nuestros sabios mediocres saben veinte veces más que Sócrates y Confucio, pero nuestros hombres más virtuosos no son más virtuosos que ellos.

El Abbé Sant Pierre operando con las ideas de la supremacía de la razón humana, ilustración progresiva, valor de la vida en sí misma y el principio de la utilidad, fue el primero en proclamar un nuevo credo del destino humano, el progreso social indefinido.

Pero el Progreso humano no ha podido depender solo de la razón y Turgot en plena época de Voltaire considera que la búsqueda de la felicidad no ha sido un método consciente. Los hombres en esta búsqueda se han conducido por las ambiciones y la pasión. Si la razón hubiera sido la línea predominante, el progreso se habría detenido rápidamente: para evitar la guerra los pueblos se habrían mantenido aislados y la especie humana habría quedado dividida en grupos encerrados en sí mismos hablando lenguas diferentes. La historia de China, señala Turgot, es un ejemplo de los resultados de un intercambio restringido entre los pueblos. Con Turgot se llega a una inesperada conclusión: si no hubiese existido la sinrazón y la injusticia no habría habido progreso. El hombre avanza a fuerza de cometer errores y la historia de la ciencia muestra (como ya había apuntado Fontenelle) que la verdad se alcanza a partir de las falsas hipótesis .

Turgot hizo de la idea del Progreso algo más vital; para él era una idea organizadora -al igual que la Providencia era para San Agustín- que daba a la historia unidad y sentido, y se opone radicalmente a las ideas de Voltaire y otros filósofos de la época que atribuían el Progreso de modo exclusivo a la razón humana. Por su lado, Fichte mantuvo que el verdadero motivo de la moralidad no era la salvación individual sino el progreso de la humanidad: De hecho, -señala Bury- con Fichte el Progreso se convierte en el principio de la ética. Porque el desarrollo intelectual no es el único camino necesario para el Progreso. Esto también lo consideró Goethe que aunque no muy interesado por el progreso social, no obstante comenta en una conversación con Eckermann: el mundo no alcanzará su meta tan rápidamente como lo pensamos y lo deseamos. Los demonios del retraso siguen estando presentes, interviniendo y resistiendo en todo momento de modo que, aunque hay progreso en conjunto, su ritmo es muy lento […] los hombres serán más inteligentes y juiciosos, pero no serán mejores, ni más felices, ni tendrán mayores energías, salvo en algunos periodos de tiempo.

(y como vemos hasta ahora ha acertado)

Las tres humanidades

Una Humanidad. Una de las humanidades que existen hoy en día lucha por el conocimiento, por la mejora de las condiciones humanas por el razonamiento, por la mejora intelectual, por el mayor rendimiento del planeta, de los medios humanos y técnicos: se encuentra en la situación de poder pensar y actuar, y pensar que con su acción puede aportar su pequeño grano de arena (a veces soberbiamente cree que es un gran grano de arena) al progreso humano y generacional, al futuro feliz de la humanidad.

Pero hay otra humanidad que subsiste para ella misma, para el momento, para su generación. A esta no le hables de Kant, ni de igualdad; háblales de subsistencia.

Y existe otra humanidad escondida, silente que está en fase de transformación, de definición.

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En 1859 aparece Darwin con el Origen de las Especies, explicando las causas del transformismo. Supuso un shock difícil de superar pues el ser humano se vio degradado definitivamente dejando de ser “especialmente creado” y perdiendo su divino árbol genealógico. La teoría de Darwin fue realmente un espaldarazo a la idea del Progreso. Porque si la humanidad es indefinidamente variable, la perfectibilidad es posible.

Spencer apoyó la idea de un continuo desarrollo psíquico mediante un proceso natural. No obstante, la realidad histórica muestra que todas las civilizaciones del pasado progresaron hasta un punto en que se detuvieron y entraron en declive, para convertirse en presa de sociedades más jóvenes, o si sobrevivieron se estancaron. Parada-decadencia-estacionamiento ha sido la norma común.

Quizá nos tengamos que conformar con aceptar como sugirió Huxley “el largo progreso del hombre a través del pasado como un motivo razonable para creer que se alcanzará un futuro más noble”

La idea del progreso humano no ha sido muy antigua pero una vez que se estableció se ha intentado buscar su estructura dinámica: la razón o la inteligencia fueron parangonadas como fundamentales pero luego se ha visto que no es suficiente; la evolución social ha sido un elemento necesario para la idea del progreso pero no se han encontrado leyes sociales que nos lo expliquen. Fue un debate importante durante el siglo XVIII y XIX pero que se frenó en el XX pues los conceptos fueron cambiando tan rápidamente y se sustituyeron unos a otros con tanta velocidad que éstos adelantaban al propio debate. Cuando hay crisis se plantea de nuevo el debate. Al fin y al cabo es el hombre completo el que tiene que intervenir en la idea y construcción del Progreso. No solo su inteligencia y razón, también sus emociones, sus errores y su historia. El hombre ha sido, evolutivamente, prácticamente el mismo en los últimos milenios; la evolución cuanto el puesto sea más alto y complejo necesita más que unos miles de años, ¿pero seguirá siendo el mismo en los siguientes miles de años? Hacer cualquier profecía suele ser erróneo pues ya vemos lo que le ocurrieron a las del “año 2440” y “año 2000”, que apenas acertaron nada[4]. Por esto Kant no quiso pronunciarse sobre el progreso pues sabía que todo era muy incierto en este asunto, aunque señaló que se necesitaba un nuevo Kepler o un nuevo Newton que hallase la ley del movimiento de la civilización. Pero sin intentar profetizar nada, hay adivinanzas que son fáciles por lo menos en la tendencia. Me acuerdo que en los años 80 estando en Suiza ya se preocupaban por los problemas que iban a venir de la curva poblacional de personas mayores en el futuro y cómo pagar las pensiones; al volver a España comprobé que aquí también había esos conocimientos pero nadie hacía nada aunque luego el problema lógicamente vino. Igual ocurre ahora con la emigración cuando vemos que entran por las fronteras del sur de Europa cientos de miles de emigrantes cada año y en el norte de Europa dicen que el problema no es de ellos; hasta que lógicamente estos cientos y cientos de miles que no se van a quedar todos en la costa sureña suban al norte y entonces se extrañará que el problema les haya llegado. Pues algo parecido ocurre con la humanidad. La técnica y la manipulación biológica están casi al alcance de la mano para mejorar muchos aspectos de nuestra salud y mejorar potencialidades humanas. Llegará y no muy tarde.

En este caso el hombre actual ha de cambiar, para seguir el Progreso. No puede ser más el mismo de siempre pues como también señaló Huxley “el hombre tan solo es un poco más inteligente que el resto de los animales…; incluso lo mejor de las civilizaciones modernas me parece mostrar una concepción de la humanidad que no tiene ningún ideal valioso, ni posee el mérito de la estabilidad”. Porque si seguimos tal como somos ¿cómo puede el hombre esperar obtener en unos pocos siglo el dominio del proceso cósmico que está en marcha desde hace millones de años? “la teoría de la evolución no favorece anticipaciones de milenios”.

Pero puede que alternativamente a esta humanidad que claramente preferirá mejorar sus capacidades con la ayuda bio-técnica haya una humanidad que no quiera ser manipulada biotecnológicamente y quizá otra que desarrolle altas cualificaciones propias. De nuevo es posible que tengamos tres humanidades, pero ahora el Progreso no será el nudo común de unión.

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Quizá como señala John Bury la idea del Progreso no es más que otro paradigma evolutivo que con el tiempo puede ser sustituido. ¿No será la doctrina del Progreso relativa, correspondiéndose con un estado no muy avanzado de la civilización; al igual que ocurrió con la Providencia que en su momento fue un valor relativo correspondiente a un estado algo menos avanzado? ¿No debería también el progreso someterse a su propia negación de finalidad? ¿No empujará el propio cambio que origina el Progreso a que él mismo se caiga de la posición de supremacía en la que hoy con aparente seguridad se encuentra instalado? A través de los siglos –sigue Bury- llegará un día en que una nueva idea usurpará su lugar como idea directriz de la humanidad. Otra estrella, desconocida ahora o tal vez invisible, llegará al cenit intelectual y las emociones humanas reaccionarán bajo su influencia y los planes humanos se ajustarán a sus nuevas directrices.

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[1] Isócrates (Atenas, 436 a. C. – ibíd. 338 a. C.) orador, logógrafo, político y educador griego, creador del concepto de panhelenismo. Creó su propia escuela formativa en la que incluyó en su plan de estudios la educación ética del ciudadano. Esta fue la semilla del posterior humanismo occidental. https://es.wikipedia.org/wiki/Is%C3%B3crates

[2] John Bury. La Idea del Progreso. Alianza Editorial, Madrid, 1971. Es nuestra obra cifra de Referencia.

[3] Fontenelle. Diálogos de los muertos.

[4] “El año 2440” escrita por Sébastien Mercier se publicó anónimamente en Ámsterdam en 1770, fue prohibida en Francia por la despiadada crítica que hacía de la administración, pero reimprimida en Londres, Neuchâtel y traducido al inglés y al alemán. Nicolas Restif de la Bretonne escribió en 1790 una comedia “Año 2000”, en donde habrían desaparecido todas las desigualdades sociales y 20 naciones estarían unidas a Francia en una alianza bajo la sabia supremacía “de nuestro bien amado monarca Luis Francisco XXII”. https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Edme_Restif_de_la_Bretonne

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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