(Humanismo o Tecnofilia)
Juan Rojo Moreno
Puede parecer un atrevimiento que un universitario, escriba sobre la Universidad, o por otra parte podría ser algo lógico que por ser profesor de universidad escribiera sobre la Universidad. ¿Por qué un atrevimiento? Porque otros muchos compañeros universitarios –y hasta no universitarios- estarán en desacuerdo con lo que dices y si pueden te “enmendarían la plana”. Pero esto es absurdo, un universitario nunca puede desautorizar la opinión de otro universitario pues entonces no es universitario sino “particulositario”. Puede no estar de acuerdo, pero justo la Universitas nos permite aspirar a las infinitas posturas y perspectivas en lo que atañe a nuestra profesión de universitarios. ¿Y qué ocurre en la Universidad? Tenemos que distinguir dos aspectos fundamentales: uno hace referencia a la estructura académica. Sobre este aspecto no voy a hablar. Como toda estructura, la Universidad, necesita mantenerse y tener unas directrices más o menos acertadas, pero es lo propio de una organización casi milenaria en la que sus diversos dirigentes docentes han hecho y hacen lo que consideran mejor para el funcionamiento orgánico de la misma.
Sobre el segundo aspecto si voy a opinar y es sobre la docencia universitaria. Da igual que sea en medicina, en psicología, físicas, derecho, arquitectura, o filología y cualquiera de las ramas que están dentro de la Universidad, en todas hay al menos dos cosas en común: una, que han de aspirar a lo universal y dos, que son ramas del saber en las que subyace siempre la función humana; y no me estoy refiriendo a que los docentes son seres humanos (por supuesto) sino que su misión última esta sostenida por el factor humano. Por ejemplo, la física tiene interés en conocer las leyes del universo y del mundo cuántico “per se”, y el conocimiento de esas leyes nos permitirá conocer mejor la naturaleza, el cosmos, la vida y por lo tanto el ser humano. Apliquemos la misma idea a la química, a la piscología y a la filología; en esta última pudiera parecer que solo es interesante y obligado conocer el idioma elegido (filología inglesa, española, etc.) y su estructura intima, pero ¿no nos puede llevar también a entender cómo aparecieron esas palabras? ¿Cómo se desarrolló la historia lingüística? y en definitiva al mismo origen del lenguaje del ser humano y a las diferencias de éste entre el homo sapiens y el neandertalensis, hasta plantearnos valores humanos que aparecieron y desaparecieron gracias al lenguaje, en definitiva a las humanidades.
Para terminar pongamos el ejemplo de las ingenierías y arquitectura: éstas no solo tiene interés en hacer, por ejemplo, puentes y casas, la gente ha de vivir en esas casas, cruzar los puentes y la misión humana está en el fondo de toda construcción. Y así podríamos ir una tras otra con las distintas ramas universales de la Universidad.
¿Pero realmente en esto consiste la docencia universitaria? La respuesta, me temo, claramente es no. En la docencia escolar, sobre todo en los últimos años, lo que prevalece en un altísimo grado es la adquisición de conocimientos pues hay que superar pruebas en las que se demuestran que esos conocimientos se han adquirido y esto no solo es bueno para el estudiante sino también para el colegio o instituto que los prepara; en mucho casos la “fama” o nivel del instituto o colegio depende de los resultados de sus estudiantes en esas pruebas.
Pues de igual manera la Universidad ha tendido a transformarse en un “colegio Mayor”, en donde lo que prevalece es la adquisición de conocimientos (lo cual no es malo) pero la mayoría de veces desvinculándose del concepto humano. Son conocimientos técnicos, son aprendizajes funcionales. El alumno aprende la técnica profesional, pero no el fondo antropológico, humanista de su profesión. Muchos médicos son magníficos técnicos de la salud que curan fenomenalmente enfermedades pero no se han planteado (o si se lo han planteado les cuesta ejercerlo) qué son los “hombres y mujeres enfermos”; muchos psicólogos aplican perfectamente las técnicas aprendidas para un fin previsto, pero no adentran en la cualidad histórico-situacional del paciente en sí; se hacen edificios, adelanta la física pero muchos de estos magníficos profesionales no se han planteado -a lo más ocasionalmente- que su profesión les lleva al planteamiento existencial de los problemas y realidades de cada ser viviente que va a estar bajo sus dominios (a lo más se hace un planteamiento pragmático y estructural). El problema es de enseñanza, y más realmente el problema es de cultura y de globalización cultural; las mismas exigencias existen hoy en día en Japón, en Europa, en EEUU como en las universidades australianas.
Refiere Benjamín Franklin en 1784 cómo cuando se les propuso a las seis tribus indias que dejasen unos cuantos de sus hijos para ser educados en las escuelas de los blancos estas reusaron amablemente y ofrecieron a cambio que un número de niños blancos hicieran el aprendizaje de la infancia en su poblados “para enseñarles todo lo que sabemos y hacerles hombres” (también reusaron los blancos). Dice Franklin “llamamos salvajes a los pueblos de América del Norte porque sus costumbres varían de las nuestras que consideramos como la suma perfección en política y civilización; también ellos tienen la misma opinión de las suyas”.[1]
¿Es esto una crítica a la Universidad? Creo que no; pienso que es una crítica a nuestro desarrollo cultural. La Universidad evoluciona según demanda la sociedad y la cultura inmanente en ella. Y yo personalmente me siento orgulloso de poder trabajar en una de las mejores universidades de España, la Literaria de Valencia, en donde hasta ahora la libertad de docencia, los medios técnicos (como el aula virtual, tutorías electrónicas etc.) que la Universidad ha ido modernizando, nos ha ido librando de tener que dar clases en las que los alumnos apenas podían participar al tener que tomar apuntes “sin parar”, dando actualmente más tiempo a la intervención del alumnado y a la pedagogía y dinámica formativa durante la misma clase.
La Universidad es Humanitas y Creatividad;[2] ha de ser capaz de unificar estos dos términos y además de formar científicamente, ser asimismo capaz de crear una nueva forma de formación en la que esté integrada la adquisición de conocimientos y el modo de aplicación de esos conocimientos adquiridos al ser humano, considerado a éste en primer plano, porque en el fondo Universidad y Humanidad es lo mismo; fondo y figura son los dos elementos que en la gestalt construyen un único cuadro global.
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[1] Benjamín Franklin. El libro del hombre de bien. Espasa Calpe, colección Austral. Cuarta edición, 1964.
[2] Humanitas romana como sinónimo de cultura, el cultivo del espíritu como el valor humano por excelencia, aquello que hace que un hombre sea plenamente tal, y ése es el fin de la educación. https://magnaeduca.blogspot.com/2008/11/educacion-romana-y-el-ideal-educativo.html
Muy interesante, Juan
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