DROGODEPENDENCIA Y CONCEPCIÓN DEL MUNDO


Juan Rojo Moreno

Publicado como Editorial en la Revista Española de Drogodependencias, volumen, 37-número 3, 2012

         Como ya es conocido, la antinomia conceptual “objetivo” y “subjetivo” es un mero artefacto de la abstracción, y por esto mismo la memoria, el pensamiento, la percepción… no son más que emergencias vivenciadas de la relación yo-mundo; en definitiva emergencias de la “concepción” del mundo que tenemos. Nuestra realidad que vivimos es, por lo tanto, una concepción existencial, una concepción del mundo.

Normalmente en la salud, tenemos puentes fluidos participantes de esta concepción del mundo con las otras “concepciones” que son las propias de las personas que nos rodean, pero en la enfermedad estos puentes se hacen muy débiles o incluso desaparecen. Esto no es solo psicología; esto es también biología, pues todo lo anteriormente dicho supone un sustrato biológico y neurotransmisor cerebral y de todo el organismo que es interviniente de forma Unitiva.

Biología-psicología comunicativa constituye el sustrato fundamental del ser humano que, gregario como es, ha de relacionarse no solo con los otros sino con el mundo.

¿Qué ocurre cuando un tóxico, una droga, o una conducta que origina dependencia patológica, aparecen en este contexto?

         No solo hay una ruptura o anómala comunicación con los otros, sino de todo el conjunto bio-psicológico que esa relación yo-otros, como emergencia, nos hace contactar con el resto del mundo. Como indica Rojo-Sierra[1] “el tóxico no le sirve para insertarse en el mundo y desplegar en él su existencia” y podemos añadir: “porque desde el primer momento se ha roto la bio-comunicación con los otros”.

Y ¿cómo es posible que un tóxico o una conducta origine de forma tan dependiente, esta fractura, y la mantenga?

En este sentido Rojo-Sierra señala como Von Gebsattel considera la tiranía exclavizante del tóxico como un caso particular de lo que en alemán se denomina “sucht”. Esta palabra señala a una avidez incontrolable que arrastra a la persona. No solo incluye a los tóxicos sino que puede darse por la sexualidad, por el trabajo u otras conductas. Von Gebsattel[2] llega a la conclusión que la esencia del “sucht” es un cambio de estado, en el que lo que importa de forma máxima es sentir la experiencia de dicho cambio.

Y evidentemente, ese “cambio” ha de ser destructivo, al fin y al cabo, de la relación yo-otros y por lo tanto de la relación yo-mundo. Pero para el paciente esa experiencia de cambio adquiere un sentido existencial y por lo tanto realizador de su ser-en el mundo, y  ahí está la patología. Adquiere para él un sentido bio-psicológico estructurante de su concepción del mundo. Y ahí está también el gran problema: esta concepción del mundo le moviliza tanto biológica como psicológicamente pero no crea nuevas emergencias adaptativas sino únicamente estructuras básicas tanto emocionales como cognoscitivas primitivas y aislantes de los demás. Por esto, como señala Rojo Sierra, no es capaz de desarrollar un proyecto existencial. Realmente, podemos decir que sí es capaz de desarrollar su propio sentido existencial (no participativo), pero no crea un proyecto vital que tenga fluidez adaptativa.

La gran lucha del toxicómano que quiere rehabilitarse no es solo dejar el tóxico como sustancia, sino ser capaz de reconstruir, de nuevo, una concepción bio-psicológica del mundo que sea armónica con los otros para crear emergencias adaptativas al mundo que nos rodea. Y este esfuerzo titánico lo es, ciertamente, para el que quiere desde su Intus rehabilitarse, ya que una gran mayoría de estos pacientes, si no es por presiones externas, desde su concepción del mundo no ven la necesidad de dejar el tóxico, pues esa concepción es “la suya” tanto psicológica como biológica.

Para comprender lo que esperamos del tratamiento de estos pacientes quisiera introducir un neologismo: lo he denominado “troponeoporosis” que significa “hacia un nuevo pasaje”. Solo el paciente que está realmente dispuesto a emerger “a través de este nuevo pasaje”  puede curarse de la enfermedad; no solo de los síntomas, sino de la enfermedad como “persona enferma”.

El tratamiento, pues, no solo será biológico, psicológico y social sino que estos tres elementos son los pilares sobre los que la personalidad del paciente que quiere curarse de su adicción ha de conseguir crear ese nuevo pasaje (neoporogénesis) que le llevará de forma creativa a una nueva emergencia de su ser, que patentiza una nueva concepción del mundo, que ahora sí es armónica y compatible con la salud.

Los esfuerzos que hace el paciente adicto para desprenderse de su enfermedad, son los esfuerzos parturientes de su nuevo camino hacia su nueva emergencia existencial, con capacidad bio-pisológica para interactuar en el mundo del que había sido apartado por la adicción. El paciente una vez que alcanza este momento de su vida, ya no será, si siquiera, el mismo que era antes de la adicción, pues ahora  es un “emergente” que ya ha interiorizado en su propia biología y gen-ética la experiencia adictiva y la adicción misma, que sigue siendo parte de él pero ya no “es él”.

Con todo lo que he dicho y desde mi formación psiquiátrica holística y antropológica espero poder ayudar, como Director de esta magnífica e histórica Revista Española de Drogodependencias, hacia un nuevo pasaje en la evolución de la misma y, evidentemente, ya me daré por satisfecho si consigo, con la ayuda de todos, catalizar nuevas aportaciones que nos abran caminos creadores de nuevas emergencias. Por esto estaremos abiertos a toda propuesta, ya que como viene a señalar Jacob Bronowski: tal es la esencia de la ciencia, que se plantea una pregunta impertinente y se está en camino de obtener una respuesta pertinente.


[1] Rojo Sierra M. Psicopatología de las Toxicomanías. Publicado en  el volumen Peligrosidad Social y medidas de seguridad, de la colección de Estudios del Instituto de Criminología y Departamento de Derecho Penal, Universidad de Valencia, 1974

[2] Von  Gebsattel F. Antropología Médica. Ed. Rialp, Madrid, 1966.


Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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