¿SON LOS PSICÓPATAS UNOS DESADAPTADOS? (Elena Casado Pineda)


 El escorpión y la rana

Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:

—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.

Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:

—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.

Esopo

¿Qué es un psicópata?

Opino que antes de empezar a hablar sobre si un psicópata puede o no integrarse en la sociedad tal y como la concebimos como normal habría que dejar muy clara la definición de psicópata.

Cuando hablamos de un psicópata, estamos hablando de un trastorno social de la personalidad. Se define, principalmente, un psicópata como una persona que carece de empatía. Karpman (1961) describió al psicópata como un individuo insensible, emocionalmente inmaduro, desdoblado y carente de profundidad, con emociones simples, sin capacidad para experimentar ansiedad o miedo, y sin la posibilidad de que las recompensas o castigos ejerzan efecto alguno sobre su comportamiento.

Estas personas carecen de remordimientos, y esto conlleva una de las características más marcadas de la relación de un psicópata con su prójimo: La cosificación. Debido a que son incapaces de considerar a un semejante como algo igual a él, tienden a tratar a los demás como si se tratasen de un objeto cualquiera, que puede resultar útil o no. Por esto, si un psicópata hace un acto que pueda parecer de ayuda o altruista, en realidad siempre ocultará un interés egoísta detrás. Esto no significa que necesariamente el psicópata tenga que actuar causando el malo a sus seres cercanos, le habitualmente el psicópata interactuará con ellos como si se tratasen de una pieza más del mobiliario, siempre y cuando, esta pieza, no se interponga en su camino.

Otra cualidad propia de los psicópatas, es que crean sus propios códigos de comportamiento. Estos, obedecen a sus esquemas mentales personales, de manera que no concuerdan con los establecidos por la sociedad general. Es por esto que ni la sociedad tiene dificultades para meterse en la mente de un psicópata, ya que cree que este pensará como el resto del mundo, cuando esto no es así. Un psicópata no tendrá problemas en transgredir las normas cívicas, siempre que estas no se adecuen a las suyas propias, y es por esto que muchos psicópatas acaban teniendo problemas con la justicia y altercados a niveles personales. Muchos acabarán en la cárcel por ello.

Es por este último detalle, que se asocia el trastorno asocial de la personalidad con los psicópatas. Hay escuelas que utilizan como sinónimos ambos términos (la americana, principalmente) y otras que los diferencias (como la europea). Yo voy a trabajar diferenciando ambos conceptos en mis disertaciones. Sabemos que el TAP está definido por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales como “un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o el principio de la adolescencia y continúa en la edad adulta”.

Quizá, una de las diferencias más notables entre un TAP y un psicópata, sea que el TAP no tiene porqué carecer de sentimientos hacia los demás. Pudiendo sentir remordimientos y culpa por sus acciones en ciertos campos o individuos, aunque sienta la inevitable necesidad de comportarse así.

Ciertamente, resulta más sencillo diagnosticar un TAP que un psicópata, debido a que los criterios de diagnóstico en un TAP se basan sobretodo en datos objetivables de fácil observación, mientras que un psicópata nos remitimos sobretodo a rasgos subjetivos de su personalidad, que, además, como hábil manipulador que es, el psicópata mantendrá tras la máscara.

Como apunta Vicente Garrido en su libro El psicópata, un camaleón de la sociedad:

El psicópata esta libre de alucinaciones y delirios que constituyen los síntomas más espectaculares de la esquizofrenia. Su normalidad aparente, su máscara de cordura, lo hacen por ello más difícil de reconocer, y lógicamente más peligrosos.

La diferencia de criterios para diagnosticar una u otra patología, podemos encontrarla al contraponer los máximos exponentes de referencia para la identificación de estos pacientes.

Por ejemplo, la Lista revisada de psicopatía de Hare, tiene puntos como:

  1. Locuacidad / Encanto superficial.
  2. Diagnóstico previo de psicopatía (o similar).
  3. Egocentrismo / Sensación grandiosa de autovalía.
  4. Propensión al aburrimiento / Baja tolerancia a la frustración.
  5. Mentira patológica y decepción.
  6. Dirección / Falta de sinceridad.
  7. Falta de remordimiento y culpabilidad.
  8. Falta de afecto y escasa profundidad emocional.
  9. Insensibilidad / Falta de empatía.
  10. Estilo de vida parásito.

Solo citando estos diez primeros puntos, podemos claramente observar que todos ellos son (aunque posibles de identificar) características íntimas y difícilmente evaluables. Mientras que el diagnóstico del TAP mediante el DSM-IV, resulta más sencillo con características como:

Encontramos así, estudios que resuelven que, aunque prácticamente el noventa por ciento de los delincuentes psicópatas cumplen los criterios del trastorno antisocial de la personalidad, sólo el veinticinco por ciento de éstos podría diagnosticarse de psicopatía segúnla Psychopathy Checklist-Revised(PCL-R).

El psicópata social

También hay que tener en cuenta, que dependiendo del código de cada enfermo (si es que es correcto llamarlos así) podrán adaptarse mejor o peor a la vida en sociedad. Y es que el psicópata no desconoce los usos sociales y los utiliza a su favor de forma camaleónica, de manera que muchos de los psicópatas viven entre nosotros sin ser descubiertos. De hecho, un dato actual indica que un 1% de la población es psicópata. Se ha descubierto que un 20 % de los maltratos en casa, o un 10 % de los abusadores infantiles, un 35 % de los violadores y hasta un 50 % de los secuestradores tienen en mayor o menor medida un perfil de psicópata.

¿Qué nos indican todos estos datos? Lo que nos reflejan, básicamente, es que un gran porcentaje de los psicópatas nunca irán a la cárcel y vivirán vidas “normales” entre la gente, sin que nadie acabe de alertarse de sus manipulaciones parasitarias y su frialdad depredadora. El psicópata se mueve hoy en día como pez en el agua en los entornos creados de las empresas y la política, donde sus características naturales de manipulación, falta de escrúpulos y doble cara son armas apreciadas en aquellos que triunfan. Y es que son capaces de presentar una imagen completamente cándida y persuasiva, atractiva a los demás, que les servirá para conseguir sus objetivos y ser a largo o corto plazo el origen del sufrimiento social de aquellos que se crucen en su camino.

Cleckley, en 1941 elaboró un perfil del psicópata, estableciendo 16 criterios similares a los anteriormente citados para diagnosticar la psicopatía y, en ellos, se puede constatar que, aunque Cleckley habla del psicópata como un individuo impulsivo, no dice que deba de ser invariablemente una persona agresiva. La mayoría de los psicópatas no recurrirá a la violencia o a la hostilidad si no encuentra interposiciones a sus deseos.

¿Cómo actuar con los psicópatas?

Obviamente, ante un psicópata violento que haya transgredido la ley, la respuesta resulta bastante evidente. Pero en contra de lo que popularmente se cree, no todos los psicópatas cometen crímenes, y quizá, no lo hagan nunca en su vida.

Es mucho más complicado actuar frente a ese 1% de la población “cotidiana” que tiene una personalidad psicópata. Personas que pueden resultar ser tu padre, tu madre, un trabajador cualquiera, un político o un empresario. Como un psicópata no está “loco” en los términos habituales del término. Como apunta Vicente Garrido:

Esta es la esencia de la psicopatía: el sujeto no es un psicótico, no tiene alucinaciones o delirios, no se cree Napoleón ni siente que les persigue la KGB; tampoco tiene crisis de ansiedad o conflictos psicológicos que lo hagan un sujeto neurótico; sin embargo, su mundo emocional es limitado. Él como ser una humano, es un completo autista.

Detectarlo resulta como mínimo difícil, y pasa desapercibido de forma indeterminada, abusando y vejando a sus familiares, parejas o círculos cercanos de conocidos.

Además, hay muchos tipos diferentes de psicópatas. Millon apunta que podríamos diferenciarlos en:

  1.  El psicópata carente de principios
  2.  El psicópata solapado
  3.  El psicópata tomador de riesgos
  4.  El psicópata codicioso
  5.  El Psicópata Débil
  6.  El Psicópata Explosivo
  7.  El Psicópata Áspero
  8.  El Psicópata Malévolo
  9.  El Psicópata Tiránico

Cada tipo conlleva un tipo de características y se asocia a unas personalidades complementarias peculiares, que son sus potenciales víctimas, llegando incluso a crear vínculos con el psicópata que hacen más difícil la rehabilitación del afectado.

Podríamos pensar que practicar una terapia o programas de reinserción con los psicópatas diagnosticados, sería una solución viable, pero esto no es así. Hare postula que la terapia o esta clase de técnicas con un individuo psicópata no es más que contraproducente, ya que tiene una habilidad innata para manipular a su psicoterapeuta. Además, el psicópata, como un depredador que es, aprende en estos procedimientos nuevas formas de actuar frente a sus víctimas y de camuflarse entre la sociedad.

Por tanto, ¿Qué podemos hacer? Desgraciadamente, los psicópatas no van a modificar su conducta, como ya hemos dicho, sino reafirmarse y aprender, volviéndose potencialmente más dañinos en la práctica. De esta manera, si bien es cierto que un psicópata no tiene porqué ser conflictivo, si será nocivo para sus cercanos, y lo único que se puede hacer frente a esto es aprender a protegerse de esta clase de personalidades. La psicopatía no se cura.

¿Qué podemos hacer ante este problema?

Lo más conveniente, para empezar, es continuar con el estudio y análisis de la naturaleza humana del psicópata. Con esto no solo avanzaremos en un nivel teórico o académico sobre el tema, sino que podremos conocer nuevas resoluciones prácticas y tratar de actuar en temas peliagudos, como pueda ser la aplicación de la ley, de una forma consecuente, y no, por cuestionables dudas y vacíos de conocimiento, beneficiar una actitud laxa ante los peligros del psicópata. No debemos de discriminarlos negativamente, pero tampoco positivamente.

Hay que asumir que el carácter de la psicopatía es específico. Aunque un psicópata no presente características de un trastorno mental como es el esquizofrénico, no estamos frente a una persona normal. Por este motivo, no podemos eximirle de culpas ante sus acciones como a un enfermo, ni tampoco dejar que sea tratado como una persona mentalmente equilibrada cuando actúe. El hecho de recibir terapia, por ejemplo, no debería de dejarse a su libre elección.

También hemos de ser conscientes de que recibir terapia tampoco resuelve el problema. Esto se debe a que, en la actualidad, las terapias aplicadas a la psicopatía no resultan fructíferas como quisiéramos. En algunos casos, como ya hemos dicho, pueden ser más un punto de retroceso, que de avance.

Pero como ya hemos dicho, ni discriminación positiva, ni negativa. No por el hecho de que actualmente no haya un tratamiento eficaz a la psicopatía hemos de desistir en el camino científico de investigar este desorden. A lo largo de los siglos la ciencia ha ido avanzando y haciendo posible lo que se consideraba imposible. Por esta razón debemos ser conscientes de que puede ser que hoy en día no tengamos terapias eficaces para solucionar la encrucijada de la adaptación social del psicópata, pero sí se sabe que se les puede al menos educar en unos códigos basados en terapias cognitivas para que puedan llegar a comprender los pensamientos y sentimientos de las personas que les rodean, aunque no posean empatía. De esta forma podrían dar una óptica diferente al mundo que les rodea y actuar de diferente manera ante las normas y convenciones sociales.

De momento, la única solución es que aprendan como si de algo teórico se tratase los sentimientos de los demás que son incapaces de vivir.

Bibliografía

Libros

  • L’Infern de Marta. Pascual Alapont – Vicente Garrido

 

Webs

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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Una respuesta a ¿SON LOS PSICÓPATAS UNOS DESADAPTADOS? (Elena Casado Pineda)

  1. Adrián dijo:

    Conozco uno del cual podría dar certeza que en verdad lo es. Un sujeto que tiene un perfil de facebook donde se da a conocer como crítico mordaz y un hedonista sibarita.
    Por otra parte, leí en algun lado que en un centro estadounidense dedicado a «rehabilitar» a convictos están en buena medida experimentando con estos sujetos. Pero no de forma convencional si acaso existe una forma convencional de hacerlo.
    Partiendo de la suposión de que sus motivos toman como eje «Las reglas no existen y se los voy a probar aunque no quieran»; crean un ambiente controlado donde premios y castigos se hacen impredecibles. Lo que según leí se pretende, es recrear un estado de vulnerabilidad psicológica a la psicosis: un estado psicológico que suponen fue un estado inicial que compartieron con los psicóticos pero que su «metablismo psíquico» por así decirlo, logró sortear desarrollando precisamente una psicopatía.

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