¿QUÉ ES UNA GENERACIÓN? ¿A QUÉ GENERACIÓN PERTENECEMOS?


Juan Rojo Moreno

(Para más detalles ver Obras de Ortega y Gasset y El Método Histórico de las Generaciones  de Julián Marías).

Dos conceptos diferentes aunque conexos

1) Un espacio de tiempo, una noción métrica interna de la vida humana, que va desde el nacimiento hasta los 30 años para unos autores (para otros autores  cada 15 años).

2) Supone además una relación de contemporaneidad de individuos; tuvieron una infancia común, una juventud común, cuyo tiempo de fuerza viril coincidió parcialmente. Es lo que Ortega denomina coetaneidad.

En un siglo se dan tres generaciones que están en relación real y se trasmiten sus experiencias de un modo directo, por ello las tres generaciones constituyen una unidad histórica espiritual.

La teoría de Ortega.

La primera teoría sistemática que ha existido ha sido la de Ortega.

(Llegará a la conclusión que la generación viene definida por la vigencia histórica):

Vivir es lo que hacemos (realidad primaria) y al vivir (la vida) nos encontramos con las cosas. Yo y mis circunstancias. No puedo dejar de vivir la vida, por lo tanto la vida se me presenta como un quehacer ineludible; lo decisivo  no es ni el yo ni las cosas sino lo que hago con ellas (la dinámica del yo y sus circunstancias). Este quehacer me viene impuesto por las circunstancias, pero la circunstancia no decide ni define mi vida (aunque sea un fondo en el que obligatoriamente me he de mover), pero yo puedo decidir entre unas y otras cosas (tener una actitud ante las circunstancias). Entonces creo un proyecto vital (una imagen más o menos vaga del argumento de mi vida).

Y como elijo, tengo una responsabilidad, por esto la vida es intrínsecamente moral. La moral no es un barniz de la vida sino su condición inexorable. Y al mismo tiempo que está obligado el ser humano por el fondo circunstancial es, asimismo, libre pues ha de elegir obligatoriamente su proyecto.

Se entendía por razón, en el siglo XIX, la razón pura que pretende ver las cosas en su esencia inmutable, pero frente a esta razón abstracta o pura está la vida en constante dinámica del yo con sus circunstancias haciendo proyectos: es la razón vital. Supone que el vivir obliga a razonar ante la inexorable circunstancia, pues ha de elegir (es por lo tanto el razonamiento que hacemos de la vida, para entender nuestras elecciones para nuestro proyecto vital). Pero como el hombre no es un ente aislado sino que vive en sociedad y ésta es histórica y en cada acto humano gravita la historia entera, por lo tanto la razón vital realmente es razón histórica.

¿Y cómo detecto en mi vida cotidiana la imposición histórica?

Por los Usos. Cuando descubrimos que además del yo y las circunstancias están los otros, me doy cuenta que hay relaciones interindividuales, pero por ninguna parte veo lo social o lo colectivo. Lo social se manifiesta  en forma de usos: lo que se dice, se hace, se cree… pero no alguien en concreto, sino que la sociedad es impersonal; sus contenidos se imponen a sus miembros (y la sociedad represalia a quien falta a sus usos). Y como la pertenencia a la sociedad no es voluntaria, el hombre se encuentra obligatoriamente  afectado y condicionado por el repertorio de usos sociales.

La idea de vigencia: los usos sociales, (las creencias, las ideas del momento histórico),  se imponen automáticamente a los individuos; éstos se encuentran con ellos y con su presión impersonal y anónima y aunque los rechacen o los acepten, la realidad es que son vigentes. Cada uno de nosotros tenemos que hacer la vida dentro de un mundo definido por un sistema de vigencias (usos, ideas, creencias, principios… que actúan sobre nosotros desde la sociedad, impersonalmente). Las vigencias me son impuestas y tengo que contar con ellas, quiera o no.

Resumen: yo-cosas-circunstancias- quehacer ineludible- proyecto vital- razón vital -razón histórica- usos (sociedad) -sistema de vigencias (generación).

Las vigencias se ejecutan en un determinado nivel histórico; he de contar con ellas, pero no quiere decir que forzosamente sean aceptadas. Se me imponen las vigencias, pero no mi reacción ante ellas. Las personas de la misma generación no tienen por qué responder del mismo modo a las vigencias, pero sí tienen en común que han de reaccionar ante la misma realidad (si comprendemos la “sensibilidad vital” de los hombres de una generación ante sus vigencias podremos comprender esa época y cuáles fueron las características de esa generación). Por esto “cada generación representa una cierta actitud vital”.

Las generaciones nacen unas de otras, de suerte que la nueva se encuentra  ya con las formas que a la existencia ha dado la anterior. Cada generación tiene dos dimensiones:

una, consiste en recibir lo vivido: ideas, valoraciones, instituciones, usos, vigencias en definitiva.

pero en segundo lugar, al mismo tiempo, como el hombre hace mundo y por lo tanto fabrica mundo constantemente (“el hombre es un fabricante nato de universos”), es por lo que también crea a partir de su espontaneidad nuevos usos que fraguarán nuevos sistemas de vivencias.

Hay épocas acumulativas en las que la nueva generación se siente homogénea con la anterior y se solidariza con los mayores que siguen en el poder; otras épocas eliminatorias y polémicas, generaciones de combate, barren a los mayores e inician pronto nuevas estructuras vigentes. Aparecen, pues, distinguidos, dentro de los contemporáneos o coetáneos, diversas generaciones coexistentes en un momento histórico.

La edad no es , entonces, en esta línea, una fecha sino una “zona de fechas”, y tienen la misma “edad” vital e históricamente no solo los que nacen en un mismo año sino los que están dentro de esa ”zona de fechas” compartiendo un sistema de vigencias.

Ortega distingue dos tipos muy diversos de cambio histórico. 1) Cuando cambia algo en nuestro mundo 2) Cuando cambia el mundo.

Cuando el cambio es cualitativamente muy pronunciado y sobre todo cuando en lugar de suceder a un sistema de convicciones otro bastante próximo, lo que ocurre es que el hombre se queda sin convicciones (pensemos en la actualidad), se puede hablar de una crisis histórica, y se llama generación decisiva a la  que “por primera vez piensa los nuevos pensamientos con claridad y completa posesión de su sentido: una generación, pues, que ni es todavía precursora ni es ya continuadora”.

Aunque todos sabemos la fecha de nuestro nacimiento, no basta con saber esto para saber a qué generación pertenecemos, porque ésta no es asunto de la vida individual, sino de las estructuras objetivas del mundo histórico (vigentes).

Considera Ortega, para terminar, que: el sistema de vigencias en que la forma de la vida humana consiste, dura un periodo  que si bien no es exacto se aproxima con los 15 años. En una generación una cierta forma de vida fue vigente, y la afinidad de las personas de esa generación no procede tanto de ellos sino más bien de verse obligados a vivir en un mundo que tiene una forma determinada, única y un sistema vigente propio.

Por eso, preguntar a qué generación pertenecemos, es en buena medida preguntar quienes somos.

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Pensemos que la sociedad actual no está solo en crisis, sino que tras milenios de “crisis” ahora es una sociedad “confusa”. Como se ha dicho, y podemos leer constantemente en libros desde los años 20 (por no hablar de anteriores), siempre estamos en crisis; pero el hombre de hoy en día al vivir desbordado por el contraste de múltiples sistemas de vigencias mezclados (por los grandes avances en la comunicación y con la mezcla de diferentes pueblos con razones históricas muy distintas) está más que nada “confuso”. No tiene articulación (lenguaje interior)  para trascender en su sentido de la vida y difícilmente encuentra con quien empatizar  en su “sensibilidad vital” para fraguar nuevas vigencias (que han de ser por definición compartidas).

Acerca de juanrojomoreno

Profesor Titular de Psiquiatría Universidad de Valencia
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